Raimundo Fitero
DE REOJO

Hoy y ayer

Conocer el resultado de unas elecciones con unas horas de adelanto debe ser una de las revelaciones periodísticas más infructuosas. Hoy, todas las formaciones, con las caras más o menos recompuestas por las cremas y los afeites, dan la cara estadística complaciente. Todos han ganado, nadie ha perdido, todo sigue igual, empezamos de nuevo una etapa de tensiones, amenazas, conversaciones y desvaríos. Se ha movido una ficha y ahora caerá todo el dominó. Esperemos que la realidad les quite su asquerosa verborrea determinista.

Ayer, la jornada electoral pasó entre alguna efeméride curiosa. La más importante, pero no la que tuvo mayor presencia informativa, es que una selección española de fútbol, sub-17, se proclamó campeona del mundo. Pero como es la compuesta por mujeres, se queda en una anécdota. Si hubieran sido imberbes jovenzuelos, estaría abriendo los noticiarios. Es algo que parece imposible de solucionar. Están las mujeres, individual y colectivamente, ganando títulos importantes y son ninguneadas. El quiste machista no se reduce, parece que se agranda porque ahora hay motivos para que tengan mucho más espacio cotidiano en las secciones deportivas.

Antes de antes de ayer sucedió lo más impresionante de la campaña andaluza y me provocó un derrame de satisfacción, Zipi Casado y Zape Rivera, quisieron darme la razón, convertirme en un preciso adjudicador de motes, y aparecieron el mismo día vestidos exactamente igual. Zipi y Zape, con su chaqueta azulona, su camisa blanca y su jersey de pico rojo. Me relamía. Y se disparó el sector novelesco de mi cerebro buscando una explicación razonable. Y llegué siempre a lugares prohibidos. Por el camino del humor o de la filosofía conspiranoica más retorcida. Da igual, ellos y sus asesores, me dieron motivos para el regodeo.