M.I.
SUSPIRIA

Un universo femenino gobernado por brujas

La polémica envolvió la presentación en la Mostra de Venecia de este personal remake del clásico homónimo de Dario Argento a cargo del también italiano Luca Guadagnino. No porque se trata de una obra de culto intocable, ni mucho menos, sino debido a que el tratamiento que el nuevo cineasta hace de la obra original va en una dirección muy distinta, y viene a ser la intelectualización de una película de género que buscaba el impacto en el espectador a través de sensaciones visuales. Guadagnino carga el contexto histórico de la segunda mitad de los años 70, con ecos del nazismo y del activismo político de la Baader-Meinhof al pie del Muro de Berlín.

Sus pretensiones le llevan a contemplar el terror a la manera de un Stanley Kubrick, y se le ve más interesado por el simbolismo esotérico que había en la base literaria del mito de las Tres Madres, según el libro “Suspiria de profundis” que Thomas De Quincey escribiera en 1845. También se apunta a la reivindicación feminista, optando por un reparto exclusivamente compuesto por actrices, hasta el punto de que su musa Tilda Swinton además de encarnar a la profesora de danza Madame Blanc, se desdobla en el personaje masculino del psicólogo seguidor de Jung.