Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Entrevista
MANUEL LIÑÁN
BAILAOR

«Hoy en día no sé cuál es el baile de hombre y cuál el de mujer»

Manuel Liñán (Granada, 1980) es uno de esos artistas que evolucionan constantemente. Un bailaor que en cada propuesta reivindica su lugar en el mundo. Su baile es un todo, porque en cada detalle está una parte de su ser. Le da la misma importancia a la dirección, la coreografía, el cuerpo de baile, y cómo no, a la escenografía, diseño de luz, vestuario.

Manuel Liñán estará con su compañía hoy dentro de la programación del Teatro Victoria Eugenia de Donostia, con el espectáculo “Nómadas”, que desde 2014 está llenando teatros del mundo. Un espectáculo fiel a su estilo, una propuesta a través de la cual podremos entender el actual panorama flamenco contemporáneo. Porque Liñán es, sin duda, uno de sus abanderados.

¿Cuál cree que ha sido la evolución del baile en estos últimos tiempos?

Creo que la aportación de las inquietudes personales de cada artista individualmente ha hecho que cada intuición o motivo haya dado a una búsqueda y un desarrollo. Eso ha dado que desemboque en un mismo mar, abriendo nuevos caminos.

Y con respecto a su baile, ¿cuál ha sido la evolución?

Yo siempre he sido una persona inquieta y cuando me fui de mi Granada natal para abrir paso en mi carrera, me relacioné con muchos artistas. Me involucré con propuestas de contemporáneo, pude ver muchas producciones de artes escénicas interesantísimas, las cuales me abrieron los ojos. Todo ello te alimenta, generando en ti una necesidad de buscar dentro de uno mismo y así encontrar tu propio lenguaje y tu misma identidad.

Vemos cómo uno de los platos fuertes en su baile, entre otras cosas, es la bata de cola y el mantón. ¿Cree que se ha convertido en un sello de Manuel Liñán, o cree que al menos, deberían atreverse más bailaores masculinos en ejecutar dichos elementos hasta ahora reservados a la mujer?

No sabría qué decir, pero sí es cierto que desde el momento de la bata de cola hasta aquí he notado cierta repercusión, sobre todo en ciertas escuelas de baile. Tenemos que tener en cuenta que existían academias en las que a los hombres se les negaba utilizar estos elementos femeninos como la bata de cola o el mantón y hoy en día eso se ha superado. E incluso por las redes sociales me han llegado vídeos de niños con el beneplácito de sus madres bailando con bata de cola en un ambiente natural. Ha habido gente que me ha comentado que ojalá hubiera visto antes a hombres bailar con estos atuendos, para desprejuiciar tal hecho y lanzarse a ello. Hace poco me llegó un vídeo de un niño del Sur bailando con su abanico y mantón y al lado sus padres jaleándole. Por supuesto los padres le apoyaban y ello hace que el niño no tenga ningún tipo de complejos. Lo que tenemos que conseguir es la normalización de ello. Y si mi aportación sirve para que años venideros no haya ningún tipo de prejuicio y que por tanto tengamos la posibilidad el género masculino de poder utilizar complementos que desde sus inicios pertenecían al género femenino, algo habremos alcanzado. A la inversa, ya lo hicieron las mujeres cuando bailaban con el traje corto propio de bailaores masculinos, así como el sombrero, bastón, traje corto etc…

Pero hablamos desde la perspectiva del baile en masculino, ¿no hablamos de transvestirnos, verdad?

Pues yo he llegado a un punto que después de tanta reflexión, después de sacar la bata de cola en el escenario, yo no sé hoy en día cuál es el baile femenino y cuál el masculino. Porque yo soy un hombre y mi cuerpo, en mi interior se manifiesta de una manera. Estamos encasillando cuando hablamos de baile de hombre y baile de mujer. Pero hablando desde mis vivencias, yo como hombre quiero y deseo tener la posibilidad de manifestarme orgánicamente como quiera: la elegancia, la sutilidad y la delicadeza no tienen que estar encasillados al género femenino. Yo soy hombre y quiero tener en mi baile esos atributos, así como ser coqueto, provocador, etc…

Manuel, respecto al baile flamenco, vemos cierta contemporaneización en cuanto a formas de concebir el propio baile. ¿Qué opinión le resulta al respecto?

Esto tiene mucho que ver con la inquietud de querer buscar, avanzar, ampliar tu lenguaje, porque creo que el movimiento tiene que ver mucho con la emoción y no deja de ser una herramienta para poder expresarte. Eso sí, las emociones deben de ser limpias y verdaderas, que vengan de una manera honesta. La técnica está al servicio del arte. Es positivo poder ampliar el lenguaje. Por ello creo que si este hecho de contemporaneizar sirve para abrir, pues para mí es positivo.

Granada es un referente en lo que al baile se refiere. Ha dado y seguirá dando canteras de nuevas promesas. ¿Cuál cree que es ese sello genuino de la ciudad nazarí y qué cree usted que ha aportado ella al baile tal como lo entendemos hoy?

Podemos decir que dentro de Granada hay distintas formas de entender el baile flamenco. Sí es cierto que Granada tiene la peculiaridad de bailar por Tangos, pero a mí personalmente no me gusta encasillar el baile por escuelas o zonas. No podemos obviar que en cada lugar hay una manera de concebir el flamenco y el baile en concreto. Granada está creciendo artísticamente, dando una rica y diversa cantera: Mariquilla, Eva “La Yerbabuena”, Manolete, Patricia Guerrero, La Moneta, etc… y cada uno o una tiene una manera distinta de entender el baile. Y eso es muy enriquecedor.

Manuel, usted que imparte cursos, talleres y master class por todo el mundo, ¿por qué cree que en estas propuestas más del 90% son mujeres las que participan?

¡Vaya!, qué cosas, ya me lo han preguntado varias veces a lo largo y ancho del mundo. La semana pasada dando un curso en Rusia, me lo volvieron a preguntar. Y si te digo la verdad, no sabría qué contestar.

No podemos obviar preguntarle por su generación de bailaores/as, ahora que hay cierta perspectiva del tiempo, sobre todo con «Chanta la Mui», con Olga Pericet, Daniel Doña y Marco Flores. ¿Qué han aportado al baile flamenco a nivel general y a su baile en particular?

Lo más importante ha sido, es y será el tema de compartir. Cuando empezamos con “Chanta la Mui”, teníamos claro que no queríamos nuestra “propia compañía”. Siempre han existido la compañía de tal, la compañía de cual, pero nuestra necesidad fue la de crear un proyecto cuyo leitmotiv y la premisa fuera la de compartir, la de exponer nuestras inquietudes y sobre todo la de escuchar al compañero. Y lo de dejarnos influenciar los unos por los otros fue la fórmula perfecta para no conformarnos con nuestra carrera propia o con nuestros conocimientos. Esto es, abrir cara a un público y a una sociedad el hecho de que lo que queríamos era dejarnos influenciar mutuamente.

Está con un nuevo proyecto. ¿Qué nos puede contar de él?

“¡Viva!” está muy relacionado con los trabajos que he ido haciendo anteriormente, enfundándome una bata de cola, buscando esa parte femenina de mí. Doy un paso más allá. También tiene que ver con mis primeras manifestaciones artísticas, con mi infancia. Y este espectáculo llega a la transformación, a la inmersión, donde siete bailaores-bailarines masculinos queremos transformarnos con estética de mujer completa. No queremos ser mujeres. No reivindicamos lo de ser mujer. Pero viendo que nosotros tenemos una parte femenina en nuestro ser, queremos tener esa posibilidad de poder adornarla y mimarla como tal y mostrarnos tal como somos. Yo recuerdo cuando era niño, me escondía en mi cuarto y me ponía una falda y atuendos para bailar como lo hacían las mujeres. Y de ahí nace “¡Viva!”, la oportunidad de poder ser mujeres flamencas y la de dignificar lo que puede ser el transformismo, que no siempre tiene que ir ligado a lo cómico y banal. Sí es cierto que puede ser divertido, pero hay que tener en cuenta que detrás de todo eso hay manifestaciones personales y artísticas que deben de tenerse en cuenta y que no siempre es para divertir a alguien, sino para encontrar nuestra identidad. Y es curioso, parece paradójico, porque para encontrar nuestra identidad y mostrarla como tal tenemos que recurrir al maquillaje y a la adaptación de nuestro cuerpo.

¿Qué nos vamos a encontrar en Donostia en la programación del Victoria Eugenia?

Estaremos con “Nómadas”, un espectáculo al que le tengo mucho cariño. Esta propuesta nació de la necesidad de aunar mi faceta como coreógrafo y como intérprete. Es un formato de grupo, de ballet, con seis bailarines. Hacemos un repaso de los diferentes “palos” que tiene el flamenco y sus diferentes texturas. Dependiendo dónde nace, tiene distinta musicalidad y diferentes maneras de bailar. Así es como lo concibo, como un recorrido coreográfico y geográfico para ver de cada sitio lo que la tierra da.