Raúl CASADO/EFE
Katowice

Los coches de combustión... ¿con los días contados?

Muchos países han puesto ya límite a la venta y circulación de vehículos de combustión (diésel, gasolina, gas e híbridos) y, al tiempo, apuestan por el automóvil eléctrico para imponer una movilidad sostenible y combatir los efectos del cambio climático.

Aunque no formaba parte de la negociación oficial, la apuesta por una movilidad sostenible ha planeado sobre la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24) de Katowice (Polonia) como uno de los principales argumentos de los países desarrollados para mitigar el cambio climático.

En mesas redondas y eventos paralelos, el vehículo eléctrico ha sido protagonista porque para muchos va a ser «indispensable» para combatir las emisiones más contaminantes y mejorar la calidad del aire, sobre todo en grandes ciudades. Pero para otros no es la herramienta clave en la transición a una economía descarbonizada. La «clave», mantienen estos últimos, es reducir de forma considerable el número de coches que circulan por las ciudades –incluidos los eléctricos– y que la energía necesaria para cargar una flota de vehículos mayoritariamente eléctricos sea soportada con fuentes energéticas renovables.

El científico Xavier Querol, especialista en geoquímica ambiental y contaminación atmosférica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), señaló a Efe que, si esa energía no procede de fuentes renovables, «lo único que haremos es trasladar la contaminación de sitio».

El primer país que limitará la venta de vehículos contaminantes será Noruega, donde a partir de 2025 ya solo se venderán vehículos de emisiones “cero”.

En Dinamarca, Irlanda, Finlandia, Suecia, Alemania, Países Bajos o Austria pretenden poner coto a los coches contaminantes en 2030 y en Francia, en el Reino Unido o en Italia la prohibición se establecería en 2040.

España ha fijado también esos límites y ha establecido (en un borrador de ley que aún tiene que completar su tramitación parlamentaria) en el año 2040 el límite para vender o matricular vehículos ligeros que emiten de forma directa dióxido de carbono (los propulsados por diésel, por gasolina, por gas y los híbridos). En el año 2050 su circulación estaría ya prohibida.

Pese a todo, la Agencia Europea de Medio Ambiente ha revelado que las emisiones de gases de efecto invernadero del sector transporte en la UE crecieron en 2017 por tercer año consecutivo, y que el diésel continúa siendo el combustible más vendido (el 67% del transporte rodado en Europa se mueve con este combustible), aunque en 2016, por primera vez desde 2010, se vendieron más coches de gasolina que de diésel.

Además de las imposiciones que ya estudian muchos países, algunos de los principales fabricantes de automóviles han comenzado a apostar con nitidez por los vehículos eléctricos.

En los próximos años, Volvo solo comercializará vehículos eléctricos o híbridos; Seat tiene previsto ofertar 50 modelos eléctricos en 2025; y Volkswagen va a acometer una inversión de unos 40.000 millones de euros (45.500 millones de dólares) para incorporar la fabricación de baterías y atender la creciente demanda de vehículos eléctricos.

Querol valora positivamente la apuesta por los vehículos eléctricos, pero incide en que es importante que esta se recargue con fuentes de energía renovables y subraya que, a corto plazo, esa «electrificación» de la flota es indispensable para mejorar la calidad del aire y la salud humana, y a largo plazo es imprescindible para combatir los efectos del cambio climático.

Este científico trabaja en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC, un organismo con sede en Barcelona especializado en la calidad del aire como consecuencia de los problemas derivados de la contaminación urbana e industrial.

Querol considera que, más allá del coche eléctrico, el instrumento «clave» para combatir la contaminación a corto plazo y los efectos del cambio climático a largo plazo es el transporte público, y que este tiene ser «rápido, económico, confortable y ecológico» para resultar competitivo.

A su juicio, las buenas redes de transporte público y las flotas de vehículos mayoritariamente eléctricos deberán completarse, en el ámbito de la movilidad sostenible, con un sistema de reparto y descarga de mercancías que evite las horas de mayor tráfico urbano y con vehículos «limpios», y cita como ejemplo las medidas que se aplican en grandes ciudades como Nueva York.

 

La «criminalización» del diésel puede aumentar las emisiones de CO2

El incremento de las ventas de vehículos con motor de gasolina en el Estado español (un 31% desde enero, según Anfac) habría provocado que las emisiones de dióxido de carbono (CO2), que favorece el efecto invernadero, subieran por primera vez en diez años durante 2017 (116 gramos por kilómetro), según informó en un comunicado GreenChem, empresa que vende productos de AdBlue, un sistema de depuración de gases utilizado en los actuales motores diésel.

Desde que se comenzaron a anunciar medidas para limitar la circulación de vehículos diésel, ha habido un «notable» aumento de las ventas de vehículos gasolina, aunque los diésel emiten un 15% menos de CO2, según datos aportados por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). Los vehículos eléctricos e híbridos, por su parte, representan una cuota mínima de mercado, con un 8,2% de las ventas en el mes de noviembre.

No obstante, la «criminalización» de los vehículos con motor diésel obedece fundamentalmente a que, pese a su menor consumo de combustible, emiten un mayor número de partículas finas y de óxido de nitrógeno (NOx, considerados cancerígenos) que los de gasolina.GARA