Iker BIZKARGUENAGA

EL «ATAQUE SÓNICO» NO ERA MÁS QUE UN GRILLO POCO DIPLOMÁTICO

El «Anurogryllus celerinictus» es un grillo común en latitudes caribeñas, con un ritual de apareamiento tirando a escandaloso y, también, el causante de una crisis diplomática entre EEUU y Cuba. En La Habana no hay armas sónicas ultramodernas, sólo frotamiento.

Ocupó portadas y generó dolores de cabeza, no sólo entre los empleados de la embajada estadounidense en Cuba, sino también entre los mandatarios de ambos países. Se habló de crisis diplomática, y de hecho la hubo, pues mientras los servicios de inteligencia de Estados Unidos dedicaban tiempo y esfuerzo a detectar el origen de aquello que estaba causando terribles padecimientos a sus compatriotas, dos miembros de la embajada cubana en Washington fueron expulsados como represalia. Además, el personal diplomático norteamericano fue reducido de forma drástica, quedando solamente los miembros esenciales para el funcionamiento de la embajada. Todo ello apenas unos meses después de que Barack Obama protagonizara la primera visita de un presidente de EEUU a la isla caribeña desde 1929, y cuando Donald Trump ya enfilaba la Casa Blanca. Las teorías conspirativas, claro, surgieron por doquier.

Náuseas, confusión, vértigos, sordera, alteraciones en el sistema nervioso... una treintena de personas refirieron entre 2016 y 2017 daños causados por un sonido insufrible, perceptible desde la delegación habanera y también en las viviendas y hoteles en los que se hospedaban. Seis fueron hospitalizados en Miami. El examen médico realizado a los afectados, también algunos diplomáticos canadienses, detectó síntomas de conmoción o daño cerebral y se especuló con que podían haber sido atacados con sofisticadas armas que emitían sonidos o microondas. En ese contexto, con una zozobra creciente por las consecuencias del deterioro en la relación entre ambos países, la hipótesis del ataque cobró fuerza con la difusión de una grabación realizada por personal estadounidense en La Habana y publicada por Associated Press (AP), en la que se escuchaba un molesto zumbido agudo. Pero pasaron los meses, nuevas bajas se sumaron a la lista en 2018, y nadie era capaz de precisar exactamente qué estaba causando todo aquello.

Hasta ahora. Finalmente se ha conocido qué había detrás de esos «ataques sónicos» y, una vez más, la realidad ha vuelto a darle la razón a Guillermo de Ockham, ese fraile franciscano y filósofo escolástico que hace setecientos años ya nos advirtió de que en igualdad de condiciones la explicación más sencilla suele ser la más probable. Nada de tecnología armamentística ultramoderna, nada de dispositivos indetectables, el causante de ese terrible sonido capaz de volver loco al más pintado es un grillo. O mejor dicho, un montón de ellos, con tantas ganas de hacer ruido como escasas dotes para la diplomacia y ajenos al lío que han montado.

Una especie «increíblemente ruidosa»

Una investigación llevada a cabo conjuntamente por científicos de la Universidad de Berkeley (California, EEUU) y Lincoln (Gran Bretaña), presentada el pasado viernes en la Sociedad de Biología Integrativa y Comparativa, ha concluido que el sonido de la grabación de audio de AP coincide con el canto de grillos de cola corta –Anurogryllus celerinictus– que moran alrededor de la embajada.

En una entrevista concedida a “The New York Times”, uno de los autores del estudio, Alexander L. Stubbs, declaró que la primera vez que escuchó la grabación de ese sonido tan estridente pensó de inmediato en los insectos que había estudiado en el Caribe. Y tras la investigación confirmó «de manera bastante definitiva» que la grabación es de un grillo, en concreto, de la especie apuntada. Según el estudio, el sonido «coincide, en detalle matizado con la grabación; en duración, frecuencia de repetición de pulsos, espectro de potencia, estabilidad de frecuencia de pulso y oscilaciones por pulso». Otros expertos en la comunicación acústica entre insectos, como el profesor Gerald Pollack de la Universidad McGill (Montreal, Canadá), han dado verosimilitud a esa explicación.

Los grillos machos, mediante el frotamiento de sus alas, producen cantos de estructura regular durante el apareamiento, y las hembras se sienten atraídas por determinados machos en función del sonido que provocan. Es el “abc” del cortejo animal. «No me sorprende que ese canto pueda molestar a personas no familiarizadas con los sonidos de los insectos», aseguró a “The Guardian” el profesor de Lincoln Fernando Montealegre-Zapata, a quien los sonidos de la grabación le recordaron los de los grillos que capturaba durante su infancia en Sudamérica.

Los investigadores compararon la grabación difundida por AP con los sonidos de insectos almacenados en una base de datos de la Universidad de Florida, y detectaron la coincidencia. Solo un elemento del ruido registrado por los diplomáticos en La Habana difería de la canción del grillo almacenada: la primera era más errática. Pero esto, comprobaron, se debía a que la muestra de Florida había sido registrada al aire libre, mientras que la grabación se había realizado desde el interior de las casas, y el rebote del eco en las paredes producía la diferencia.

Stubbs confirma en la entrevista que esta especie de grillo es «increíblemente ruidosa», lo suficiente como para escuchar su canto «desde el interior de un camión circulando por una carretera a 60 kilómetros por hora». Agrega, por si acaso, que su estudio no concluye que los diplomáticos no fueran víctimas de un ataque, sino que la grabación expuesta por ellos como prueba del mismo no se corresponde con ningún arma sónica.