GARA
ROMA

Salvini celebra a pie de pista la llegada de Battisti y agradece su arresto a Bolsonaro

El histórico militante italiano Cesare Battisti, detenido en Bolivia, aterrizó ayer por la mañana en el aeropuerto romano de Fiumicino, donde estaban presentes los ministros del Interior, Matteo Salvini, que llevaba puesta una chaqueta de Policía, y de Justicia, Alfonso Bonafede, y un centenar de periodistas.

Era una foto que Salvini no quería perderse –suspendió una comparecencia que ayer tenía prevista con el comisario europeo Dimitris Avramopoulos– y, en una rueda de prensa a pie de pista, agradeció al presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, y a las autoridades bolivianas esta captura.

«Quien se equivoca, paga, e Italia es un país soberano, libre, respetado y respetable y esta captura significa que hay un cambio de mentalidad en el mundo y que tras 37 años hemos podido capturar a un delincuente, a un infame, a un asesino, a un bellaco que nunca ha pedido perdón», declaró Salvini.

«Decimos al mundo que nadie puede evitar la justicia italiana», añadió Bonafede.

Battisti, de 64 años, bajó del avión sonriendo y sin estar esposado, y fue inmediatamente trasladado a la cárcel Ribibbia de la capital italiana.

Fue condenado por primera vez en Italia a principios de los 80 a 13 años de prisión por pertenecer al grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) durante los «años de plomo». Se escapó en 1981. Fue juzgado en ausencia en 1993 y condenado a perpetuidad por cuatro homicidios y complicidad en otros cometidos en la década de los 1970, aunque siempre negó su implicación en los hechos.

Vivió 15 años exiliado en Francia protegido por el gobierno de François Mitterrand, donde se convirtió en exitoso autor de novelas policíacas. Tras una estadía en México regresó a Francia, pero en 2004 se vio obligado a partir de ese país: los vientos políticos habían cambiado. Se refugió clandestinamente en Brasil, antes de ser detenido en Rio de Janeiro en 2007. En 2010, Lula da Silva negó su extradición a Italia tras un largo proceso judicial con un paso por la cárcel. En el último día de su mandato, le otorgó el estatuto de refugiado político.

Durante todo el domingo, Battisti fue objeto de un intenso juego de ping pong político, judicial y diplomático entre Roma, Brasilia y La Paz.

El ministro de Gabinete de Seguridad Institucional brasileño, Augusto Heleno, había asegurado horas atrás que, antes de ser enviado a Italia, Battisti haría una escala en Brasil, algo que finalmente nunca sucedió. El Gobierno ultraderechista de Bolsonaro había prometido devolverlo como un «regalo» a Italia.

Bolivia optó por resolver el dilema entregándolo directamente a los italianos, sin conceder al poderoso vecino de ultraderecha la oportunidad de exhibirlo como trofeo de guerra.

La defensoría del pueblo reveló el domingo que había solicitado refugio en una carta enviada tres días antes de Navidad al Consejo Nacional del Refugiado (Conare), pidiendo que se le concediera el asilo que le garantizara su «seguridad y libertad».