Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Dios no está muerto. Una luz en la oscuridad»

La educación religiosa frente a la enseñanza laica

La saga cristiana “God´s Not Dead” ya va por su tercera entrega, aunque su recaudación en la taquilla mundial ha ido descendiendo paulatinamente, tal vez debido a que las tres entregas inciden en el mismo mensaje a favor de la educación religiosa frente al avance de la enseñanza laica. Es una campaña que lleva a cabo en los EEUU el lobby cristiano que está detrás de la productora de cine Pure Flix, y también puede que haya jugado en contra la pérdida de popularidad de Trump, teniendo en cuenta que son películas dirigidas al público evangelista que respalda al presidente.

Si en “God’s Not Dead” (2014) un estudiante creyente debatía con un profesor de filosofía agnóstico saliendo claramente ganador, y en “God’s Not Dead 2” (2016) una maestra se oponía a la retirada de simbólos religiosos de las aulas, en “Una luz en la oscuridad” (2018) el héroe y mártir es un reverendo que convierte su iglesia en El Alamo ante las autoridades universitarias que no quieren sermones evangélicos en el campus.

Puede que el estelar David A.R. David, que también hace las veces de productor ejecutivo, no sea muy conocido fuera de su comunidad espiritual, pero ha contado para el reparto coral con apoyos por parte de gente desengañada con la industria de Hollywood. Es el caso de la actriz venida a menos Tatum O’Neal, que aparece haber encontrado un refugio en la fe lejos del mercado de la oferta y la demanda. Son todo un ejemplo para los suyos, actuando no por un sueldo, sino movidos por sus más firmes convicciones. Especialmente la periodista ultra conservadora Dana Loesch, que lanza su habitual discurso contra los medios progresistas.

La diatriba coincide con la actitud conspiranoica representada por el Reverendo Dave, al que no contentos con quemar su iglesia en terrenos de la Universidad Pública, le niegan la posibilidad de volver a levantarla como fruto de una persecución sistemática contra su credo.