La Saeima (Cámara Baja letona) respaldó ayer por mayoría la formación de un Gobierno de coalición de cinco partidos liderado por Krisjanis Karins, de la centrista Nueva Unidad (JV), la fuerza con menor representación.

El nuevo primer ministro obtuvo el apoyo de 61 de los 100 diputados y el voto en contra de un puñado de parlamentarios de uno de sus socios. Su elección tuvo lugar tras varios intentos frustrados de formar Gobierno y 16 semanas de negociaciones, un tiempo récord en este país báltico de dos millones de personas.

La JV de Karins, con sólo ocho escaños, ha logrado cerrar un acuerdo con formaciones de centro y derecha, como los liberales de Para el Desarro- llo/Por (AP), los nacionalistas de la Alianza Nacional (NA), el Nuevo Partido Conservador (JKP) y la populista ¿Quién posee el Estado? (KPVLV), donde se encuadran los díscolos.

En su discurso de investidura, Karins aseguró que la prioridad del Ejecutivo será la reforma del sistema bancario y financiero, para cumplir las recomendaciones del Consejo de Europa tras los recientes escándalos. Advirtió de que si no los bancos podrían ser incluidos en una «lista gris» que limitaría su capacidad para hacer transacciones internacionales.

Señaló el interés en mejorar la sanidad y la educación, elevar las pensiones y los salarios públicos y mantener la disciplina fiscal, y en política exterior, abogó por cerrar filas con los socios europeos para afrontar los retos externos, y citó el Brexit mientras llamaba «Estado agresor» a Rusia.

El partido más votado, Armonía (24 escaños), socialdemócrata y prorruso, por lo que fue excluido de las negociaciones, ha quedado en la oposición.