GARA
OUagadOugOu

La yihad en Burkina Faso enciende todas las alarmas

El aumento de los ataques yihadistas en el último año en Burkina Faso ha encendido las alarmas y marcó ayer la conferencia del G5 Sahel, el grupo regional del que el país asumió ayer la presidencia. El último ataque, con cinco muertos, fue paralelo a la conferencia.

El presidente de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, asumió la presidencia del G5 del Sahel –integrado por Mali, Níger, Mauritania, Burkina Faso y Chad–, durante la 5ª Conferencia de Jefes de Estado miembros celebrado en Oagadougou, la capital burkinesa, después de la última oleada de violencia y ataques que ha sufrido el país. Kaboré resaltó la determinación de hacer del G5 Sahel «un instrumento por excelencia para vencer al terrorismo e impulsar el desarrollo económico y social».

La reunión tuvo lugar en un contexto de inseguridad que se ha intensificado en las últimas semanas en Burkina Faso. Al punto de que el mismo día de su celebración, cinco gendarmes murieron ayer en un ataque.

La madrugada del lunes, al menos 14 civiles murieron en un ataque yihadista y el pasado sábado cuatro empleados de la Cruz Roja burkinesa desaparecieron en un aparente secuestro en el norte del país. En respuesta, el Ejército lanzó una ofensiva en las localidades norteñas de Kain, Banh y Bomboro, en los que afirmó haber matado a 146 supuestos «terroristas».

El país vive desde 2015 una creciente inseguridad en el norte, que se ha expandido al este de su territorio en los últimos meses y que también ha llegado a su capital, en la que se han producido tres atentados.

Además, hay unos 80.000 desplazados internos mientras que 1,2 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria urgente, una cifra que supone un 20% más que hace un año. En Burkina Faso están activos varios grupos islamistas. El más importante, a priori, es Ansarul Islam, el único autóctono y liderado por un burkinés, Ibrahim Dicko. También cuenta con presencia el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM), organización yihadista que aglutina a otras cuatro, entre ellas AQMI (Al Qaeda) y Al Murabitún, Además, habría una relativa presencia de Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), la filial del grupo en el Sahel.

A esta actividad yihadista se suman las tensiones intercomunitarias que se están volviendo en un conflicto violento.

El G5 Sahel se lamentó la falta de recursos financieros, y su presidente saliente, el nigerino Mahamadou Issoufou, criticó que de los 431 millones prometidos hace un año en una conferencia en Bruselas, solo se hicieron efectivos en torno a 267 millones. Además, subrayó la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad, «enfermedad que se refleja en el terrorismo y el crimen organizado».

El G5 Sahel se creó en 2014 pero la Fuerza Conjunta transfronteriza se formó oficialmente en julio de 2017 y su primera operación tuvo lugar en noviembre de ese año, con, 5.000 efectivos, de los que se ha desplegado sobre el terreno el 80%, aún no se ha enfrentado a los yihadistas.