Iraia OIARZABAL
DONOSTIA
NUEVO ESCÁNDALO JUDICIAL EN EL CASO DE SARA MAJARENAS

El agresor de Izar, libre al alegarse que la prisión es «excepcionalísima»

El Juzgado de Picassent decretó el pasado viernes la libertad provisional del agresor confeso de Izar, hija de la expresa Sara Majarenas, alegando que la prisión preventiva es una medida «excepcionalísima». Hoy tendrá lugar una vista para decidir si el acusado de intentar matar a su hija sigue libre o vuelve a prisión hasta que concluya el proceso.

Desde el pasado viernes 15 de febrero Stytianos Messinezis, expareja de la expresa vasca Sara Majarenas y agresor confeso de la pequeña Izar, hija de ambos, permanece en libertad. Así lo decidió el Juzgado de Instrucción de Picassent (Valencia) alegando que «la instrucción se ha excedido en el tiempo» y a la falta de unos informes médicos periciales de ambas afectadas.

Considera la juez que la prisión provisional es una «medida excepcionalísima», por lo que decreta la libertad del hombre que acuchilló a Izar a la espera de que mañana se celebre una vista para notificar el auto de procesamiento y decidir si el acusado sigue en libertad o vuelve a ingresar en prisión hasta que culmine el proceso en su contra. Tanto la Fiscalía como la propia Majarenas recurrirán la decisión de puesta en libertad.

El auto, al que ha tenido acceso GARA, sostiene que «la instrucción se ha excedido en el tiempo por causas no imputables a este Juzgado por cuanto se acordó la práctica de sendos informes periciales que hasta la fecha y a pesar de los recordatorios efectuados a los organismos e instituciones competentes no se han recibido». Con ese argumento, «se considera, dado el tiempo transcurrido, que procede la puesta en libertad del investigado».

Se establecen algunas medidas cautelares y de protección a las víctimas. El acusado de intentar matar a su hija debe comparecer diariamente ante la Guardia Civil de Picassent y semanalmente todos los lunes en sede judicial. Se le prohíbe la entrada, estancia o residencia en la CAV al tiempo que se le impone la prohibición de aproximarse a Majarenas e Izar a menos de 2.000 metros de su domicilio, lugar de trabajo, centro escolar o domicilio de los progenitores de Majarenas. Para garantizar el cumplimiento de esta medida se ha colocado al acusado una pulsera de control telemático, y se ha hecho otro tanto con la propia Majarenas. Además, agentes de la Ertzaintza mantienen vigilancia en torno a Izar.

Messinezis ingresó en prisión el 17 de enero de 2017, dos días después de la brutal agresión que dejó a la pequeña entre la vida y la muerte. En mayo de 2018 se acordó la prórroga de la instrucción porque estaban pendientes informes médicos periciales de Majarenas y su hija. Tras la vista de hoy, en la que se decidirá si Messinezis vuelve o no a ingresar en prisión, quedaría por notificar el auto de conclusión de sumario. La causa se elevará entonces a la Audiencia Provincial, que será quien juzgue al acusado. Este proceso podría llevar meses, con lo que acarrearía para Sara Majarenas e Izar en caso de tener que permanecer bajo control telemático y policial.

La excepción: ser presa vasca

La situación abierta con la puesta en libertad de Messinezis y las medidas impuestas a ambas se suman al calvario vivido tras la agresión a la pequeña en enero de 2017. Izar, que tenía entonces dos años y residía junto a su madre en la prisión de Picassent, fue acuchillada por su padre, un expreso social, durante un permiso de fin de semana. El agresor creyó haberla matado y así se lo notificó por teléfono a la propia Majarenas, que dio aviso inmediatamente. Izar fue rescatada en estado muy grave en la vivienda donde sucedieron los hechos.

A partir de ahí comenzó un largo periplo hospitalario. Izar permaneció en estado muy crítico los primeros días, entre la vida y la muerte, y los obstáculos para que la presa donostiarra pudiera estar junto a su hija fueron constantes. Pasaron tres semanas hasta que el juez de Vigilancia Penitenciaria autorizó el traslado permanente de Majarenas al hospital, lo que generó un enorme sufrimiento en la pequeña y su madre.

A su vez, Majarenas y su entorno debieron afrontar la lucha para evitar la separación de madre e hija. Izar estaba a punto de cumplir tres años, la edad límite para que una niña pueda vivir en prisión junto a su madre. Finalmente consiguieron permanecer juntas en un piso de acogida gestionado por la prisión en Madrid. Pese a la difícil situación de ambas y entre importantes movilizaciones que reclamaban la libertad de Majarenas, que contaba con las tres cuartas partes de la condena cumplidas, allí permanecieron hasta que cumplió íntegramente la pena y fuera puesta en libertad en marzo del pasado año.

Tras recuperar la libertad, Majarenas relató en entrevista con GARA que se sintió desatendida como víctima de la violencia machista, a la vez que denunciaba la excepcionalidad a la que fue sometida por parte de la Justicia española.