Iraia OIARZABAL
DONOSTIA
NUEVO ESCÁNDALO JUDICIAL EN EL CASO DE SARA MAJARENAS

El juzgado no ve motivos para que el agresor de Izar reingrese en prisión

El agresor confeso de Izar, la hija de la expresa Sara Majarenas, seguirá libre hasta que sea juzgado ya que ni la Fiscalía ni la juez ven motivos para su reingreso en prisión. Tras la vista celebrada ayer en el Juzgado de Picassent, la magistrada mantiene la decisión tomada la pasada semana mientras las víctimas siguen bajo medidas de protección.

Dos años después de haber acuchillado a su hija de dos años, dejándola entre la vida y la muerte, y sin que haya sido juzgado todavía, el agresor confeso de Izar, la hija de la expresa vasca Sara Majarenas, seguirá en libertad hasta que se celebre el juicio. Así lo ha decidido el Juzgado de Picassent (Valencia), que el pasado viernes ya decretó la libertad de Stytianos Messinezis alegando que la prisión provisional es una medida «excepcionalísima». En la vista celebrada ayer para notificar al acusado el auto de procesamiento, la defensa de Sara Majarenas solicitó el reingreso en prisión del acusado, pero no así la Fiscalía. El Ministerio Público pidió que se mantengan las medidas de protección establecidas a Majarenas y su hija, así como el control al acusado.

Los motivos alegados por la juez para descartar devolver a prisión al agresor confeso de Izar se conocerán en las próximas horas, cuando el auto de procesamiento sea notificado. A ello le seguirá la conclusión de sumario y la causa se elevará entonces a la Audiencia Provincial, que juzgará al acusado.

En un primer auto notificado el pasado viernes, la juez justificaba la excarcelación en que «la instrucción se ha excedido en el tiempo». Alegaba asimimo la falta de unos informes médicos periciales de ambas afectadas. A día de hoy, dichos informes están en manos del tribunal, según informó la defensa de Majarenas.

Las medidas cautelares establecidas en dicho auto contemplan que Messinezis debe comparecer diariamente ante la Guardia Civil de Picassent y semanalmente todos los lunes en sede judicial. Se le prohíbe la entrada, estancia o residencia en la CAV al tiempo que se le impone la prohibición de aproximarse a Majarenas e Izar a menos de 2.000 metros.

Para garantizar el cumplimiento de esta medida se ha colocado al acusado, pero también a la propia Majarenas, una pulsera de control telemático. Y agentes de la Ertzaintza mantienen vigilancia policial en torno a la pequeña.

La justicia, cuestionada

La puesta en libertad del agresor de Izar no solo pone en cuestión el sistema de protección a las víctimas de la violencia machista. También evidencia las diferencias respecto al trato recibido por Majarenas cuando Izar fue acuchillada. A la angustia de conocer la agresión por boca del propio autor a través de una llamada telefónica cuando ella estaba en prisión le siguieron largas semanas en que los jueces le impidieron estar junto a su hija.

Otra gran batalla para Majarenas y su entorno fue la lucha para evitar la separación de madre e hija. Izar estaba a punto de cumplir tres años, la edad límite para que una niña pueda vivir en prisión junto a su madre. Finalmente consiguieron permanecer juntas en un piso de acogida en Madrid. Pese a la difícil situación de ambas y entre importantes movilizaciones por la libertad de Majarenas, que contaba con las tres cuartas partes de la condena cumplidas, allí permanecieron hasta que cumplió íntegramente la pena y fuera puesta en libertad en marzo del pasado año.

El crudo relato de lo vivido durante todo aquel tiempo lo ofreció la propia Majarenas en estas páginas tras recuperar su libertad. Confesó haberse sentido desatendida como víctima de la violencia machista y denunció la excepcionalidad a la que fue sometida por parte de la Justicia española. Un hecho que ahora se vuelve a repetir.