Iñaki Dorronsoro
Presidente de Eusko Ikaskuntza
GAURKOA

GARA y el espacio comunicativo vasco

Los medios de comunicación no solo reflejan la realidad sino que también la interpretan, elaboran y, así, producen sociedad. En ellos una comunidad se imagina, se perfila tanto en lo externo como en lo interno, la norma y lo excluido, lo hegemónico y lo subalterno, lo cotidiano y lo exótico.

Los importantes cambios producidos durante estos últimos años han traído nuevos canales de comunicación que han transformado los hábitos. Junto a los medios tradicionales, han surgido diferentes soportes y roles que ponen en cuestión su modelo de negocio. La profesión periodística ha entrado en un periodo de gran inestabilidad e incertidumbre; asistimos a un goteo incesante de cierres de medios de larga trayectoria que pone en evidencia las dificultades de la prensa de kiosko para adaptarse al nuevo contexto. El más reciente afecta al histórico “L’Humanité”, fundado en 1904 por el socialista Jean Jaurès y actualmente en suspensión de pagos.

Por otro lado, en el entorno digital (entendido como espacio, además de como herramientas) los ciudadanos podemos relacionarnos, informarnos y comunicarnos directamente. Esto ofrece oportunidades hasta ahora inéditas para la creación y consolidación de comunidades tanto en el sentido más restringido e íntimo como en el más extenso y social. Ello vale especialmente para lo que en Eusko Ikaskuntza denominamos «Comunidad Vasca Global», la que conformamos las y los ciudadanos de los siete territorios y de la diáspora, nuestro octavo herrialde.

Se ha dicho que Euskal Herria no es un país vertebrado comunicativamente. Diferentes razones lo explicarían: sus principales estructuras de producción y de distribución dependen del exterior, hay pocos medios de ámbito global vasco o que sitúen a Vasconia como referente principal, el desarrollo desigual del plurilingüismo ha derivado en canales estancos o abiertamente multiglósicos. Bien es verdad que en las últimas décadas se han intentado superar estas carencias con nuevos medios surgidos principalmente de la sociedad civil en coherencia con nuestra cultura cooperativa. Pero sigue aún pendiente la tarea de construir un sistema de comunicación propio y sólido que atienda a la realidad vasca en su conjunto y fomente sus valores. Que contribuya a generar comunidad, como decíamos al comienzo. Y puestos a observar, comprender y actuar como sistema, deberemos tener en cuenta varias dimensiones: lengua (euskara, castellano, francés), escala (local, territorial, nacional), tipo de medio (medios tradicionales, nuevos medios, cine, publicidad...), dimensión ideológico-política y agentes (iniciativa cooperativa popular, iniciativa pública e iniciativa privada).

Pero, junto con esto, se requieren medios de comunicación que fomenten una actitud crítica. «La batalla por la supervivencia del hombre como ser responsable en la Era de la Comunicación no se gana en el lugar de donde parte la comunicación sino en el lugar a donde llega (…) reintroduciendo una dimensión crítica en la recepción pasiva», señalará Umberto Eco en su proposición de una «guerrilla semiológica» como respuesta al destino paradójico y difícil del ser humano contemporáneo, más informado que nunca pero insuficientemente pertrechado para gestionar ese inmenso caudal.

En Eusko Ikaskuntza hemos estado trabajando en torno a todo esto durante el largo proceso que desembocó en el XVIII Congreso de Estudios Vascos celebrado el pasado otoño. Las reflexiones resultantes se han plasmado en ideas, iniciativas y proposiciones ahora recogidas en el documento “Bases del Libro Blanco”. No puedo sino recomendar vivamente su lectura (está disponible en www.eusko-ikaskuntza.eus/files/argitalpenak/Libro_Blanco_bases.pdf).

Recientemente, tuvimos el honor de ser premiados por la Asociación Vasca de Periodistas y el Colegio Vasco de Periodistas. (Euskal Kazetarien Elkartea eta Kazetarien Euskal Elkargoa). En el acto de entrega recordé que Eusko Ikaskuntza nunca fue ajena a las problemáticas de la profesión ni indiferente al valor que posee la comunicación para la calidad democrática y la conformación de una Euskal Herria culta y crítica. De hecho, la Sociedad de Estudios Vascos fue la primera entidad en proponer el lanzamiento de un diario escrito íntegramente en euskara; corría el año 1929. Un lustro después, sentó las bases para la primera Escuela de Periodistas Vascos como germen de una futura Facultad de Periodismo, avanzadilla de la tan anhelada Universidad Vasca en cuya creación también tuvo mucho que decir Eusko Ikaskuntza.

Mostrando mi rotundo aprecio y admiración por el oficio del periodismo dije en aquella ocasión: «En estos tiempos difíciles que vivimos, los profesionales de la prensa vasca sois pilares fundamentales de la salud democrática de nuestra sociedad. Necesitamos la palabra surgida tras la verdad de los hechos». Es claro que esa «verdad de los hechos» es plural, ya que los que nos encontramos detrás de ella no somos «neutros». Todo ejercicio informativo es, necesariamente, «perspectivista» por decirlo a la manera orteguiana. Pero, sabido esto, es evidente que contra la manipulación de los mensajes de la posverdad y el reduccionismo de la poscomplejidad, necesitamos profesionales y medios capaces de hacer frente a los desafíos. Precisamos madurar socialmente y enriquecernos desarrollando un rico espacio comunicativo compuesto por diferentes «miradas». Y en esta tarea, garantizar el futuro del diario GARA resulta de todo punto esencial.