Iker BIZKARGUENAGA
REFORMA EUROPEA DEL «COPYRIGHT»

BRUSELAS ZANJA UNA BATALLA DECISIVA SOBRE EL FUTURO DE LA RED

Una herramienta para garantizar los derechos de autor o una cacicada que limitará la libertad en Internet. La nueva directiva europea, aprobada el martes, ha removido las entrañas de la red y no hay ningún agente que no se haya declarado a favor o en contra de ella.

Ha sido un proceso de negociaciones y deliberaciones de más de tres años, y ha sido también una batalla intensa entre favorables y detractores, pero al final la Eurocámara ha aprobado la reforma de los derechos de autor en la UE. Se trata de una medida que busca adaptar la directiva del copyright a la era digital, pero ha desembocado en una guerra abierta entre algunos creadores, autores y editores, por un lado, y consumidores, internautas y colectivos contrarios a la censura, por otro, con la implicación en forma de lobby tanto de asociaciones editoras y de derechos de autor como de gigantes como Google, de los que los usuarios se desmarcan. Estar contra la norma, dicen, no es ir con los monstruos del sector.

Al final, la Eurocámara aprobó el martes la normativa con 348 votos a favor, 274 en contra y 36 abstenciones, en lo que constituye el penúltimo paso para su implantación generalizada, a falta del plácet del Consejo. Una vez aprobada la propuesta, los 28 estados de la Unión tendrán dos años de plazo para trasladar la reforma a sus legislaciones.

Protege derechos vs permite censurar

La directiva pretende, en su redacción, que se garantice una «remuneración apropiada» a artistas y creadores, y también a los editores y periodistas, frente a la difusión masiva de su obra en plataformas digitales y redes sociales como YouTube, Facebook o Google, a las que se emplaza a que vigilen y flitren los contenidos que los internautas compartan en sus espacios, al objeto de detectar si se están publicando creaciones protegidas por derecho de autor sin el permiso de sus creadores. Así, deberán hacer todo lo posible por encontrar al autor o autora y pedirle autorización para difundir su trabajo, pasando a ser responsables del contenido que alojan en sus páginas. Hasta ahora debían reaccionar a posteriori, en el caso de que se les comunicara que alojaban un contenido que no estaba autorizado, pero ahora se les exige que pasen el cedazo de forma preventiva.

Los detractores creen que el efecto real de esa norma será la desaparición del espacio abierto que supone Internet, pues aunque la directiva excluye una obligación de monitoreo general, la imposibilidad de acometer el trabajo de búsqueda y certificación que se les encomienda llevará a las plataformas a hacer uso de algoritmos que hagan una labor de filtro, abriendo camino a la censura.

«Está demostrado que estas herramientas de filtrado automático no son capaces de distinguir entre el contenido que infringe los derechos de autor y el contenido legal. Por tanto, existe una alta probabilidad de que los videos legales no comerciales creados por los consumidores no puedan ser cargados», valoró días antes de la votación la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que pidió por carta a los eurodiputados que se posicionaran en contra del artículo 13 de la directiva, ya que, insistió, tendrá «un impacto muy negativo en las actividades diarias de los consumidores».

Sin embargo, la OCU no ha sido la única en apelar a los europarlamentarios. En esas mismas fechas, unos 400 autores y creadores europeos firmaron otra misiva pidiendo el sí a la nueva norma sobre el copyright. «Es esencial para que nuestra actividad sea sostenible, y también para la diversidad artística y cultural de Europa», decían en esa carta.

Por contra, quienes rechazan la directiva o parte de ella arguyen que sólo las compañías grandes podrán hacer frente al coste de las licencias o al gasto de fabricar y utilizar los filtros, de modo que se les dejará el camino expedito para gobernar la red. «Con todas estas medidas tratan de hacer de Internet una televisión, en el sentido de que muy pocos tengan dinero para operar en la red, como pasa con la televisión. Que sea cada vez más inaccesible y quede en manos de los de siempre, Facebook, Google y los monopolios de toda la vida», expone a GARA Simona Levi, integrante de la plataforma en defensa de los derechos digitales Xnet, que el martes calificó de «tecnófobo» el texto aprobado.

Levi indica que este colectivo está en desacuerdo no con toda la normativa sino principalmente con dos de sus artículos; el que prohíbe subir contenidos sin licencia, ya que acabará desembocando en una «censura previa y masiva», y el que impide enlazar sin licencia y crea el conocido como Linktax o impuesto al enlace. Una medida equivalente al Canon AEDE, que ya está vigente en el Estado español y Alemania, y que ahora se extenderá al resto de la UE. «¿Qué sentido tiene que la patronal de la prensa presione para aprobar unas leyes que impidan que enlaces, difundas y comentes sus contenidos?», se preguntaba Xnet el martes. Y es que, si bien compartir fragmentos de artículos y noticias queda excluido de la exigencia legal, el acuerdo sí incluye mecanismos para impedir que los agregadores de noticias hagan un uso extensivo de esta opción, de modo que esos contenidos podrán seguir apareciendo y ser compartidas en plataformas pero sólo en fragmentos «muy breves».

Por otra parte, aunque en teoría los contenidos satíricos, los recurrentes “meme” y los “GIF” quedan exentos en esta directiva, si la decisión de darles luz verde depende de una máquina, es improbable que esta sea capaz de discernir cuándo se trata de un contenido irónico, de una chanza, y acabe por denegar su publicación, haciendo de la red un espacio menos dinámico y más aburrido.

«Es improbable que la gente renuncie»

La aprobación de la normativa fue recibida con agrado por parte de la asociación de sociedades de derechos de autores europeos (GESAC), cuyo presidente, Anders Lassen, consideró que el resultado constituye «una victoria sin precedentes para los creadores europeos, que ahora tendrán opción de ejercer sus derechos y recibir una remuneración justa». A su juicio, «Europa está adoptando una regulación equilibrada que permitirá el desarrollo de la economía digital europea hombro con hombro con el sector creativo».

Como se ha dicho, hay quien no lo ve así. Levi cree que los artículos que ellos rechazan «no sirven para que los artistas vean un duro, sólo sirven para mantener el dominio de las multinacionales». «Nosotros –apostilla a este diario– estamos a favor de que los artistas tengan mejores condiciones de trabajo, y rechazar dos artículos no quiere decir que estemos a favor de que Facebook y Google hagan un uso descontrolado tanto de los contenidos como de nuestros datos». Añade que su labor se asienta «en la defensa de los derechos fundamentales, de la libertad de expresión, de información y de la privacidad de los datos», y que están «en contra de todo monopolio. Abogamos porque el negocio esté más distribuido, que más gente pueda emprender y pueda recibir riqueza de la circulación de la cultura y el conocimiento».

Desde Xnet no esperan que el Consejo vaya a modificar nada, porque «está todo el pescado vendido», y anuncian que vigilarán cómo va a aplicarse la directiva en la legislación estatal, ya que «en España son capaces de hacerla incluso peor». Con todo, Levi opina que «igual que en Venecia se publicaban los libros que en el resto de Italia y en Europa estaban prohibidos por la Inquisición, aquí se encontrarán espacios donde se pueda hacer lo que no nos dejan hacer. Porque es muy poco probable que la gente renuncie a la cultura digital en la que está viviendo».

Habrá que ver si, efectivamente, entramos en una nueva era en Internet o estamos ante un vano intento de poner puertas al campo.