Carlos GIL
Analista cultural

Diego y el Festival

Es uno de los acontecimientos de carácter cultural, que tiene mucho de industrial, que se acompaña de condicionantes de consumo, pero que está arraigado de manera indiscutible en la ciudad de Donostia. Zinemaldia forma parte de su agenda, conforma una parte fundamental de su carta de ciudadanía internacional, uno de sus más efectivos anuncios turísticos, una suerte de fiesta popular con estigma de imperdible. 

Diego Galán contribuyó a la consolidación del festival dentro de los estamentos internacionales y de la promoción estatal, en colaboración de un grupo editorial, y en su momento audiovisual, que apostó de manera absoluta en el proyecto y la disposición de las autoridades locales, y del Gobierno Vasco, para dotarle de unos componentes que le fueron quitando aristas nacionalistas. Supo pactar con todas las fuerzas políticas, convencer de la importancia de potenciar esa cita anual con la producción cinematográfica de primera categoría. Una ventana al exterior que ayudaba a explicar lo que sucedía también en aquella Euskadi.

Ha muerto, era un estudioso, un loco del cine, un entregado a todas las causas de su historiografía y difusión. Un tipo del que nadie habla mal. Y eso es un valor. Podríamos hoy discutir con Diego, como tantas otras veces, sobre la incidencia del festival en el cine propio, en lo que se llamó cine vasco y que cuesta ahora mismo identificar a la primera.