Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR

Otra variante de la misma historia

Un gol a cinco minutos del final da al Atlético su quinta victoria en Ipurua en un partido intenso e igualado.

EIBAR 0

ATLÉTICO DE MADRID 1


No hay manera. Ipurua sigue siendo un campo amigo para el Atlético de Madrid, que ahora sufre como no lo hacía en sus primeras visitas, pero sin que el resultado se resienta: cinco partidos de los colchoneros en el estadio armero desde que el Eibar arribó a Primera y otros tantos que se han saldado del lado visitante.

Esta vez fue por la mínima, en un encuentro al que le sobraron cinco minutos para que los azulgranas pudieran, siquiera, puntuar. Pero ni siquiera Marko Dmitrovic, colosal toda la tarde, pudo evitar que Lemar anotara el 0-1 cuando el empate parecía ya inamovible. La moneda de caía de cara para los colchoneros como podía haberlo hecho de cruz. En un partido intenso, competido y bastante parejo en líneas generales, el Atlético firmó las ocasiones más claras, que se encontraron siempre, salvo la de ese minuto 85, con las manos de Dmitrovic. Pero el Eibar, que supo sufrir durante la primera media hora y responder después, también tuvo sus opciones, algunas con muchísimo peligro. Así que entre «uys» y «ays», la grada de Ipurua al menos disfrutó. Y aunque acabara resignándose, como cada vez que recibe a los colchoneros, pudo aplaudir la actuación firmada por su equipo. Un Eibar que se mantiene en la zona tibia de la clasificación pero que no acaba de celebrar el triunfo que le asegure de forma matemática, o casi, su sexta temporada en Primera.

Lo buscará el martes en Huesca, 199 días después de su última victoria a domicilio. Y lo hará en precario porque a su larga lista de lesionados –aunque José Luis Mendilibar confía en recuperar al menos a Pape Diop– se le unirán otros dos nombres, en este caso por sanción por acumulación de amonestaciones: Cote y Jordán.

La situación no fue tan extrema ante el Atlético. Pero sí tanto como para repetir el encaje de bolillos de las dos últimas semanas. Es decir, con Sergio Álvarez en el centro de la defensa y Pablo De Blasis en el lateral derecho. El problema no son tanto sus prestaciones en posiciones inhabituales, mejores cada jornada que pasa, sino la sensación de drama cada vez que uno de los jugadores sobre el campo se echa la mano a la pierna con un banquillo que ya no da más de sí en lo que atañe a defensa y centro del campo y la frecuencia con que eso sucede, y sucederá, en otra semana con tres partidos.

De menos a más

Lo contrarresta la respuesta del equipo. Que volvió a ser magnífica ante un rival al que se tuteó. Algo menos en los primeros compases del choque. El Atlético decidió que la mejor manera de evitar sorpresas era provocarlas y se hizo con el control del juego. Al menos tanto como para evitar que el Eibar –el equipo de la Liga que más pisa el área contraria y el tercero más goleador como local– hiciera lo que acostumbra en su campo y para que las mejores, si no demasiadas, ocasiones llegaran en la parcela armera. Dmitrovic evitó que fuera algo peor que un mal rato.

Cumplida la media hora, el Eibar empezó a sentirse en casa. Con menos frecuencia de lo habitual ante un rival que se afanaba en cerrar las bandas, pero con claridad creciente, encontró el área de Oblak. Y siguió haciéndolo tras el descanso, cuando la balanza quedó definitivamente nivelada. Cantidad para los locales, calidad para el Atlético: suyas fueron las ocasiones más claras, en las que Dmitrovic se ganó el sueldo. De todo el año. Sobre todo en un chutazo de Coke que despejó junto al larguero y en un cabezazo de Godín en un saque de falta ante el que sacó otra mano impensable. Sin que hiciera falta la intervención del serbio, otras dos llegadas de Morata elevaron las pulsaciones de la grada. Como lo hicieron, para bien, la falta con rosca de Jordán que Enrich remató junto al palo, el remate del balear a centro de Cucurella que acabó en córner o el de Kike que Oblak detuvo en dos tiempos.

El tiempo se consumía con sustos pero sin movimiento en el marcador y parecía que, por segunda vez esta temporada, Ipurua echaba la persiana sin ver un gol. Pero el Atlético no se desentiende ni en el túnel de vestuarios. A cinco minutos del final, los madrileños se hacían con un balón dividido en el centro del campo, Coke abría a la derecha, Kalinic servía al área y Lemar llegaba para marcar a placer el 0-1. El francés el punto final a otra variante de la misma historia.

«Ha sido un buen partido, con pelea y bastante ritmo»

Sólo hubo un gol pero Eibar y Atlético de Madrid ofrecieron en Ipurua un buen espectáculo futbolístico, aunque sólo fuera por batalla e intensidad.

Coincidía José Luis Mendilibar en que fue «un buen partido, con pelea y bastante ritmo», en el que sus hombres supieron hacer frente a un gran rival pero tampoco dedicó su rueda de prensa al «masaje». De hecho, aseguró que a la conclusión del encuentro no hubo reconocimiento sino «bronca» a sus jugadores. «Lo primero que les he dicho han sido los errores que hemos cometido. Mañana ya veremos. Durante la semana hay tiempo para todo pero yo soy caliente y prefiero decir las cosas en caliente que cuando se ha enfriado. Igual cuando se ha enfriado les tengo que pasar la mano por la chepa». Se refirió, en este sentido, a la jugada del gol, en la que «hemos cometido un par de errores en saltar después del rival cuando no teníamos opciones de ganar el balón y teníamos que haber aguantado. Han sabido aprovecharlo, jugar por fuera para meter un centro bueno y llegar con toda la ventaja», lamentó.

Reconoció, en cualquier caso, que hubo mucho mérito del Atlético, «un gran equipo que nunca se pone nervioso, que hasta el último minuto va a estar peleando por el gol y que nunca va a perder el sitio ni te va a dar opciones». Ganó «jugando bien, creando peligro, no dejándonos hacer las cosas que hacemos bien». Aún así, su equipo supo sobreponerse al dominio inicial de los colchoneros «pero cuando más igualado estaba nos han hecho el gol», lamentó el técnico armero. A.U.L.