Beñat ZALDUA
CONSTITUCIÓN DE LAS CORTES ESPAñOLAS

«HASTA QUE SE PROCLAME LA REPÚBLICA»

AYER ARRANCÓ UNA LEGISLATURA INÉDITA EN EL CONGRESO, CON CUATRO PRESOS POLÍTICOS Y 24 ULTRAS DE EXTREMA DERECHA EN SUS ASIENTOS. EN MANOS DE LA NUEVA PRESIDENTA, MERITXELL BATET, ESTÁ DECIDIR SI SUSPENDE A LOS PRIMEROS Y DA ALAS A LOS SEGUNDOS. ESTO ACABA DE EMPEZAR, PERO LO DE AYER NO FUE UN BUEN AUGURIO.

Hubo mucho ruido en el Congreso de los Diputados, demasiado; tanto que no se pudo escuchar la voz de los vascos y catalanes que, con diversas fórmulas, prometieron el cargo por imperativo legal y hasta la construcción de la República. Cada uno la suya, se entiende. Ayer hubo también muchos titulares y todavía más imágenes; era más un día para los reporteros gráficos que para los que nos dedicamos a juntar letras. Pero lo que son hechos, de esos que se pueden tocar, solo hubo uno y lo resumió la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, al acabar la sesión: «Han adquirido la condición plena de diputados y diputadas». Los 350 parlamentarios elegidos el 28A son ya diputados con todas las de la ley, y eso incluye a cuatro presos políticos.

Las fórmulas para prometer el cargo, así como la impertinente actuación de Vox, pasarán rápidamente al olvido –¿quién se acuerda del bebé de Carolina Bescansa en el pleno de 2015?–, pero la condición de diputados de pleno derecho de los presos catalanes va a traer mucha cola. Y lo hará desde hoy mismo, cuando se reúna por primera vez una Mesa de mayoría de centroizquierda (tres asientos para el PSOE y dos para Podemos) pero con amplia presencia de la derecha (dos del PP y otros dos de Cs). Será esta Mesa la que decidirá si los cuatro diputados presos pueden seguir en el cargo que les confirmaron ayer, pero la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, ya avanzó que se inclinan por la suspensión que les ha sugerido –sin ordenarla por los canales habituales– el Supremo.

De nuevo los hechos, siempre tozudos. La operación-diálogo puesta en marcha por el PSOE situando a dos catalanes al frente de las Cortes españolas va a inaugurar su andadura, si nada cambia, suspendiendo de su cargo a los representantes de millón y medio de catalanes.

No está de más recordar, en este punto, que Batet fue elegida en segunda votación con los 175 votos de PSOE, Podemos, PNV, CC, Compromís y PRC (cántabros). Se quedó a un voto de la mayoría absoluta de 176 escaños, un recordatorio de que Pedro Sánchez no llega a la mayoría absoluta si no es con algún voto independentista. Sin embargo, si la Mesa suspende a cuatro diputados y estos no son sustituidos, la mayoría absoluta baja a 174 escaños. Trampa.

Batet en la jungla

El periodo de gracia para Batet no va a durar ni 24 horas, pues el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ya avisó de que propondrán la suspensión de los presos hoy mismo. Nervioso, hiperbólico y mezquino, Rivera giró la cara a los presos catalanes –y eso que al lado tenía a Jordi Sànchez– y trató de protestar porque estos reivindicaron su condición de presos políticos al prometer el cargo. Rivera trataba simplemente de posicionarse como cabeza de la oposición –la pugna con un PP ayer desaparecido va a durar toda la legislatura–, pero apenas alcanzó a levantar acta de su calidad humana.

Batet frenó rápida y expeditivamente a Rivera, pero no hizo nada para acallar el repique de tambores de los 24 diputados de Vox, que impidieron que se escuchase la voz de los diputados vascos y catalanes que prometieron el cargo en euskara y catalán. Difícil arranque para un Congreso de muy compleja gobernabilidad. Que se lo digan si no a la bancada del PSOE, que para cuando acudió al Hemiciclo ya tenía ocupados los asientos que utiliza tradicionalmente. Y es que el primer día de clase los pupitres están sin asignar y Vox fue más rápido.

Santiago Abascal marcó paquete desde el primer el día; se sentó encima de Pedro Sánchez, gritó que juraba el cargo «por España» y se dejó la palma de la mano atizando la mesa cada vez que un independentista tomaba la palabra. Como pataleta, el diputado del PSC José Zaragoza ocupó el asiento de al lado. Total, acabaron conversando amistosamente durante el pleno.

Si el Congreso es ya una jungla de por sí –a quien esto firma se le colaron tres periodistas en la mesa de acreditaciones–, con la presencia de Vox va a dar un salto de gigante. La extrema derecha ha venido a jugar su juego en el Congreso, tiene una agenda propia –no votaron a Ana Pastor en la segunda vuelta para la presidencia del Congreso, como sí hizo Cs– y la va a sacar cada vez que pueda. Es decir, cada vez que le dejen. Ayer, desde luego, les dejaron manga ancha.

Fórmulas con matices

La jornada, por lo demás, tuvo sus momentos divertidos, como el protagonizado por el presidente circunstancial del Congreso durante la jornada de ayer, Agustín Javier Zamarrón (PSOE), Valle-Inclán para los amigos más veteranos, Gandalf o Dumbledore para los más jóvenes. Con su larga barba blanca, pidió «mejorar el flujo del foso», al que veía «propenso a la trombosis». El diputado más veterano del Congreso se refería así a la aglomeración creada en el momento de la primera votación debido a la increíble velocidad con la que la diputada más joven, Marta Rosique (ERC, camiseta antifascista), los fue convocando para depositar su voto.

En ese atasco se hizo inevitable el roce. Pedro Sánchez saludó tanto a Jordi Sànchez –gracias al apellido desfilaron uno tras otro en las votaciones– como a Junqueras, con el que charló brevemente. Según las agencias, el presidente en funciones le preguntó qué tal estaba, a lo que el líder de ERC contestó con un «Tenemos que hablar». Cuántos divorcios habrán empezado así.

Tras las votaciones llegaron las promesas al cargo y a la Constitución, para la que cada preso tiró de su librillo. Junqueras lo hizo «desde el compromiso republicano, como preso político y por imperativo legal», Sànchez prometió «desde el compromiso con el diálogo y con la lealtad al mandato del 1-O», mientras que Turull y Rull lo hicieron «como preso político y con lealtad al mandato democrático y al pueblo de Catalunya». En el Senado, Romeva prometió con un diáfano «Hasta la proclamación de la República Catalana, comprometido con la libertad, la igualdad y la fraternidad, como preso político y por imperativo legal». Una fórmula de la que tiraron también los parlamentarios de EH Bildu en ambas Cámaras. Lo hicieron en euskara, en medio del bullicio de Vox, por imperativo legal y por la República Vasca.

Pero como si de Cenicienta se tratara, el embrujo se acabó en cuanto se apagaron las luces del Congreso y este Estado, del que ahora se dice que carece de soberanía, se llevó a cuatro diputados de pleno derecho a la cárcel. Saber si volveremos a verlos en el escaño es una incógnita.