Aimar Etxeberria
Elecciones al Parlamento europeo

Italia: asalto continental con aroma de ruptura nacional

El país transalpino encara los comicios europeos de este domingo marcado por la candidatura de la Lega de Salvini, que sueña con erigirse como el principal partido euroescéptico de la Cámara, y la precaria situación de un Ejecutivo nacional a punto de la implosión tras una serie de desencuentros entre las dos formaciones gobernantes.

Lejos queda ya aquel 25 de mayo del 2014, cuando un Matteo Renzi (PD) que gestaba su asalto a los cielos superaba el umbral del 40% de los votos en los comicios al Parlamento Europeo. Hoy el nombre del florentino ni aparece en las quinielas ni se le espera, y la parrilla de salida de cara a las elecciones del próximo domingo la lideran las formaciones de los actuales vicepresidentes del Gobierno: la Lega de Matteo Salvini y el M5S de Luigi Di Maio. El primero apenas superó el 5% de las papeletas en las europeas de hace cinco años, mientras que el segundo crecía políticamente a la sombra del fundador de su partido: Beppe Grillo.

Los tiempos han cambiado en Italia, pero hay una una constante que se repite en la historia democrática del país: la inestabilidad política. Una inestabilidad que no es una excepción en la antesala de la inminente cita electoral, con una coalición de Gobierno que parece estar aproximándose al precipicio. Y es que la entente formada tras las elecciones generales de marzo de 2018 no vive sus días más felices, tal y como reconocía el propio Di Maio en unas declaraciones recogidas por el diario ‘La Repubblica’: «No es verdad que no responde a mis llamadas, aunque no quiere reunirse más conmigo». Al respecto, fuentes de la Lega han llegado a augurar un colapso de Gobierno una vez pasen los comicios europeos.

Se percibe una tensión con aroma de ruptura en el Ejecutivo de Giuseppe Conte, o puede que estemos ante una crisis con tinte electoral y un alto componente teatral, protagonizado por dos formaciones que tienen la necesidad de diferenciarse ante el electorado. Pero de lo que no hay duda es de que la tensión es palpable y que a Conte le cuesta cada vez más mantener la paz en el gallinero. Una serie de desencuentros entre los dos gallos ha contribuido al clima que se respira a día de hoy en el Palacio Chigi, gestado especialmente en los últimos meses.

El último pulso ha tenido como protagonista al recientemente cesado vicesecretario de Transportes, Armando Siri, hombre fuerte de la Lega y consejero económico de Salvini, envuelto en un caso de soborno a quien se le acusa de haber cobrado 30.000 euros por una concesión a una persona vinculada a la Cosa Nostra. Con su cese Di Maio ha conseguido imponer criterio sobre la Lega, algo que no ocurría desde hacía tiempo en un Gobierno de coalición en el que la formación de Salvini sobresale como socio principal. Asimismo, el plante de Salvini a celebrar el día de la Liberación de Italia o la financiación especial que pide el M5S para Roma –donde los grillini detentan la alcaldía y que afronta una deuda de 12.000 millones de euros– también han contribuido a echar sal en la herida.

Pero los desencuentros no acaban ahí. Las divergencias que ambas formaciones mantienen en materia económica parecen insalvables –como ejemplo las dificultades de la Lega de aplicar el impuesto fijo al 15%–, amén de la diversidad socioeconómica del electorado que representa cada uno de ellos. Y en lo que respecta a Europa, la trayectoria de los partidos gobernantes ha tomado distintos derroteros desde que accedieron al Palacio Chigi, partidos que en el pasado coquetearon con la retirada italiana de la Eurozona, incluso de la Unión Europea en el caso de la Lega.

A día de hoy tanto Salvini como Di Maio descartan ambos extremos. El primero porque está demasiado ocupado en tejer la alianza ultra con sus socios euroescépticos del continente para implosionar la UE desde dentro. La jugada, por ahora, parece que le está dando frutos; al menos, ha conseguido erigirse como líder de la rebelión antieuropea y las encuestas le otorgan una victoria holgada en las urnas, pudiendo llegar a ser el partido con más representación en la Cámara europea. Los segundos, por su parte, y como consecuencia de unas líquidas bases ideológicas, se muestran desnortados de cara a los comicios de este domingo. Apenas se han posicionado en el tablero continental –mención aparte merece su torpe acercamiento a los Chalecos Amarillos, lo que le valió una reprimenda del presidente de la República francesa–, hasta el punto de que el PD –al alza tras el giro izquierdista de su nuevo secretario general, Nicola Zingaretti– se le ha acercado peligrosamente en las encuestas.

Lo que está claro es que los comicios europeos marcarán un antes y un después en el devenir de la política nacional italiana. Y es que dependiendo de la holgura de la victoria de los de Salvini podríamos estar ante el inicio del fin del Ejecutivo Lega-M5S. Pero ojo, que en Italia se dice que quien rompe un gobierno la paga.