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El aumento de la productividad moderará los precios agrícolas

Los productos agrícolas juegan un papel importante en las guerras comerciales abiertas por Donald Trump y, a su vez, estas tensiones son fuente de incertidumbre para la evolución del sector a escala global. Por otro lado, las necesidades nutricionales no están suficientemente satisfechas en amplias zonas del planeta, tal como señalan la OCDE y la FAO, que inciden en que a este ritmo «seguiríamos estando muy lejos del objetivo del Hambre Cero para 2030».

La productividad agrícola aumentará ligeramente por encima de la demanda mundial de productos agrícolas, que crecerá un 15% en la próxima década, lo que hará que los precios ajustados a la inflación de los principales productos se mantengan en los niveles actuales o por debajo de ellos, según se recoge en el informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

«La agricultura mundial se ha convertido en un sector muy diversificado, con actividades que van desde pequeñas explotaciones de subsistencia hasta grandes compañías multinacionales», subrayan el director de la FAO, José Graziano da Silva, y el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, en el prólogo del estudio. Además de proporcionar alimentos, los agricultores de hoy «son importantes custodios del entorno natural y se han convertido en productores de energía renovable», añaden.

El informe prevé una mayor producción a raíz de la mejora de los rendimientos, de una mayor intensidad productiva y de un impulso de la innovación tecnológica.

Por otro lado, la previsión para las emisiones directas de gases de efecto invernadero de la agricultura y ganadería es que crezcan alrededor de un 0,5% anual durante la próxima década, por debajo de la tasa del 0,7% de los últimos diez años.

Nuevas incertidumbres

El informe también señala que están surgiendo nuevas incertidumbres en torno a la agricultura. Entre ellas figuran las tensiones comerciales, la propagación de enfermedades de cultivos y animales, la creciente resistencia a los antimicrobios, las respuestas normativas a las nuevas técnicas de fitomejoramiento y los fenómenos climáticos cada vez más extremos.

Destaca también entre los factores más inciertos la evolución de las preferencias alimentarias por cuestiones de salud y sostenibilidad, y las respuestas de las políticas frente al incremento de la obesidad a nivel mundial.

Los autores del estudio esperan que el uso de cereales para la alimentación aumente en torno a los 150 millones de toneladas durante el período de la previsión, lo que supondría un incremento del 13%.

El principal motivo de este aumento es el crecimiento demográfico, que se espera que sea más rápido en África subsahariana y Asia meridional.

«Lamentablemente, se prevé que las regiones más necesitadas experimenten un lento crecimiento de sus ingresos y, por lo tanto, solo pequeñas mejoras en su estado nutricional», advierte el subdirector general de la FAO para Desarrollo Económico y Social, Máximo Torero.

«Las conclusiones apuntan a una disminución general de la subalimentación; sin embargo, con las tasas actuales de mejora, seguiríamos estando muy lejos de alcanzar el objetivo del Hambre Cero para 2030», advierte.

El informe predice un aumento de los niveles de consumo de azúcar y aceites vegetales, lo que refleja la tendencia actual hacia alimentos preparados y más procesados, sobre todo en muchos países de ingresos bajos y medianos que se están urbanizando rápidamente.

Mientras, es probable que la preocupación por la salud y el bienestar impulse a muchos países de ingresos más altos hacia un menor consumo de carnes rojas y un cambio de los aceites vegetales a la mantequilla.

El comercio de productos básicos agrícolas y pesqueros debería aumentar en el próximo decenio en torno al 1,3% anual, de forma más lenta que en los últimos diez años, que alcanzó un 3,3% de media, puesto que se espera que el crecimiento de la demanda mundial de importaciones se ralentice.

Las ayudas públicas suben entre los socios de la OCDE

Las subvenciones a los agricultores aumentaron el pasado año hasta representar como media el 19,2% de sus ingresos brutos en los países de la OCDE, frente al 17,7% que supusieron en 2017, lo que evidencia que las reformas para disminuir su peso se han paralizado o, incluso, se están invirtiendo.

En la Unión Europea, las ayudas supusieron un 20,03% de los ingresos de los agricultores, frente al 19,12% en 2017, según indica la OCDE en su informe anual sobre ese tipo de subvenciones, que ha sido publicado esta misma semana.

En Estados Unidos, el incremento en términos relativos fue todavía más pronunciado, aunque el peso de las ayudas es netamente menor, pasando del 8,64% en 2017 al 12,21% en 2018.

Los porcentajes más elevados dentro del “Club de los países más desarrollados” se registraron en Noruega (62,36%), Islandia (58,58%) y Corea del Sur (55,14%).

Por su parte, México es uno de los estados con un nivel más bajo de ayudas: 8,07% en 2018 tras el 7,81% en 2017. Entre los grandes países emergentes, las ayudas en Brasil únicamente representaron un 1,49% el pasado año y un 2,41% en el anterior.

Para la OCDE, casi el 70% de esas transferencias lo son con medidas que distorsionan el mercado, sobre todo porque crean diferencias entre los precios internacionales y los del interior de muchos estados. GARA