Raimundo Fitero
DE REOJO

En silencio

Hay silencios culposos. Silencios valorativos. Silencios cómplices. Silencios pactados. Silencios pagados. El diario digital “Público” informa de una circunstancia que muchos intuíamos, el imán de Ripoll, ideólogo del supuesto grupo islamista que atentó en las Ramblas de Barcelona, trabajaba para el CNI hasta el día del atentado. Es decir, las sospechas de que todo estaba preparado por aquel siniestro ministro de Interior y sus policías patrióticas y sus servicios de información activísimos, al mando de Soraya, para intentar frenar el procés catalán, empieza a convertirse no en una sospecha paranoide, sino en la verificación de la intervención del Estado español en esa barbaridad. Yo mismo escribí en el fragor de la conmoción que iba a ser muy difícil reactivar el discurso independentista.

Sale en este diario mencionado y el resto calla. El modo silencio. El resto de medios se convierten en cómplices necesarios de una acción de terrorismo de Estado más, pero con una proyección diabólica. Se vertieron muchas sospechas, se dieron muchas pistas falsas, se manipuló, se mintió, se encaramó a los cielos al mayor de los Mossos, Trapero, para a los meses colocarlo ante el Tribunal Supremo como acusado. Y sí, es cierto, uno no comprende la razón por la que el aniversario de esta matanza frustrada no adquiere los valores de denuncia que otras acciones sí tienen. Empieza a concretarse, no se quiere mover este asunto, hay mala conciencia, hay datos sueltos, aparece el Mossad, y cuando se menciona al servicio secreto israelita creado por Ben-Gurión, la cosa adquiere valores de trascendencia más allá de lo razonable.

El Gobierno en funciones también guarda silencio como el Ebro al pasar por el Pilar, porque estos asuntos se consideran una cuestión de Estado. Sí, de Estado terrorista en silencio.