M.I.
UTOYA. 22 DE JULIO

¿Cuál es realmente la versión de los hechos realizada por Paul Greengrass?

E n la Berlinale se presentó la película noruega, “Utoya. 22 de julio” (2018), y la crítica coincidió de forma unánime en que parecía una realización de Paul Greengrass, toda vez que los trágicos acontecimientos del 2011 estaban narrados en un solo plano-secuencia a la manera de “United 93” (2006). Pero luego el propio Paul Greengrass presentó su versión en Venecia, titulada “22 de julio” (2018). Para sorpresa general, más allá del título no había otras coincidencias de estilo, pues como si el británico se oliese la jugada había renunciado a su marca de fábrica y fue duramente criticado por ello.

Cabe reseñar que el noruego Erik Poppe, consagrado internacionalmente gracias a su previa realización histórica “La decisión del rey” (2016), ha sido aquí más papista que el papa. Su elección del único plano-secuencia es tan radical que las únicas imágenes que se salen de dicho contexto son las que proceden de las cámaras de seguridad que recogieron el estallido de las bombas en los edificios gubernamentales en Oslo, momentos antes de la matanza posterior en la isla de Utoya.

En el desarrollo ficcional la protagonista Kaja, una estudiante que representa a las víctimas del francotirador neonazi, interpretada desesperadamente por la joven actriz Andrea Bernzstein, conoce lo sucedido en la capital y lo achaca a un atentado islamista. Sin tiempo apenas para preocuparse por la madre de una amiga, que podría encontrarse en el primer lugar, es sorprendida por el sonido de los disparos y corre en desbandada intentando ayudar a otros campistas que asistían a esa fiesta de las Juventudes del Partido Laborista Noruego. La cámara se pega a ella y busca angustiar al espectador, mientras en la lejanía se aprecia la figura del asesino de 32 años de edad Anders Breivik.