Iraia OIARZABAL
LA SOCIEDAD ANTE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

VIOLENCIA SEXUAL, ACEPTACIÓN SOCIAL Y FALSAS CREENCIAS

¿Cómo percibimos la realidad de la violencia sexual? Ante un problema social de primer orden como este, se avanza en sensibilidad y rechazo ante cualquier agresión. Se habla más de ello y eso remueve conciencias. Pero aún hay signos preocupantes de aceptación basada en falsas creencias.

La percepción de la violencia sexual y su aceptación en la sociedad está estrechamente ligada a factores como la edad o la educación. Es una de las conclusiones que se desprende del artículo “Aceptación de la violencia sexual contra las mujeres en España: correlatos demográficos, de comportamiento y actitudinales” publicado en la revista científica “Journal of violence against women” por la doctora en Economía y consejera técnica en la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género Elena Sirvent.

Pero no son los únicos elementos a tener en cuenta, pues existe una serie de creencias equivocadas que determinan la forma en que se entiende y evalúa el problema de la violencia sexual. No siempre se creen o se dan por buenas las denuncias, poner en duda la palabra de la víctima o prejuzgarla es una mala práctica habitual. El caso de la violación grupal a una joven en sanfermines de 2016 ha reflejado claramente lo que sucede en otros tantos casos de violencia machista.

En los últimos años se ha consolidado la conciencia de que el tratamiento social, mediático y judicial que se hace sobre la violencia contra las mujeres presenta evidentes taras y se trabaja para cambiar tendencias peligrosas. El movimiento feminista ha cosechado importantes logros al respecto y el debate está abierto. En este sentido, el artículo de Sirvent ofrece algunas pistas de cuáles deberían ser las líneas sobre las que actuar. Entre otras cuestiones, incide en que estamos ante un problema de profundas raíces, de ahí la necesidad de concienciar sobre la importancia de las normas sociales y el contexto cultural.

Así, la encuesta realizada el pasado año a una muestra de 2.465 mujeres y hombres residentes en el Estado español y mayores de 16 años concluye que la tolerancia a la violencia sexual fue más común entre los encuestados mayores, con menor nivel educativo, varones y nacidos en el extranjero aunque, el impacto de las variables género y país de nacimiento fue mucho menor que la edad y la educación.

Normalmente, no es un desconocido

El sexismo es la variable que más influencia tiene en esa aceptación; le sigue la ignorancia de que la inmensa mayoría de los agresores son conocidos por la víctima. Este último es un factor especialmente relevante si tenemos en cuenta que, según la Macroencuesta 2015 de Violencia contra la Mujer, el 81% de los agresores en el caso de las violaciones son conocidos de la víctima. «Tiene su sentido, porque la violación perpetrada por un conocido se considera menos grave a nivel social que la de un desconocido; ello aumenta la probabilidad de que se culpabilice a la víctima, lo cual se traduce en la mayor aceptación de la violencia sexual», expresa Sirvent en declaraciones realizadas a la agencia Efe.

En este sentido, considera que el caso de sanfermines ha supuesto un antes y un después en cómo se percibe la violencia sexual contra la mujer: «Ha servido para que la gente se dé cuenta del escrutinio al que se somete a una mujer que denuncia un caso de violencia sexual y para hacer ver que este tipo de agresiones son mucho más amplias que lo que la gente tiene en la cabeza».

Por detrás del sexismo, la edad es el segundo factor que más aumenta esa predisposición, de forma que las personas mayores tienden más a disculpar estas actitudes. Una disculpa que en muchos casos conlleva que se ahonde en la estigmatización y la culpabilización de la víctima y, en consecuencia, en su dificultad para recuperarse de la situación de violencia sufrida.

Unido a todo ello, Sirvent hace especial hincapié en el tercer factor, el estereotipo de creerse que las denuncias falsas son frecuentes. Según la experta, este discurso que cuestiona a las víctimas y promueve su culpabilidad está ganando terreno y está afectando a las denuncias que se presentan relacionadas con cualquier tipo de violencia contra la mujer.

«La violencia sexual es el delito en el que más se juzga a las víctimas, con muchísima diferencia; esto perjudica enormemente que las mujeres hablemos de la violencia sexual a la gente conocida y que interpongamos una denuncia si lo primero que hacemos es ponerla en duda. No es ya solo la agresión sexual, sino la revictimización que viene después», sentencia.

Además, aunque de forma mucho menos representativa, entran en juego otras variables, como creer que para prevenir la violencia sexual es más importante enseñar a las mujeres a evitar situaciones de riesgo que educar a los hombres para que no agredan. Otro tipo de creencias que ponen el foco en el comportamiento de las mujeres también influyen en la admisión de la violencia sexual. Por ejemplo, las relacionadas con el consumo de alcohol u otras drogas o la tendencia a juzgar las decisiones que libremente toman las mujeres sobre su vida sexual.

Por todo ello, la autora anima a promover campañas que desmonten estas falsas creencias y fomenten una conciencia social frente a esas resistencias que hacen posible la aceptación de la violencia machista.