EDITORIALA
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El fracaso de un arrogante Sánchez acerca el abismo

Ironías del azar, 155 votos en contra han hecho fracasar la investidura de Pedro Sánchez frente a 124 afirmativos y 67 abstenciones. Ese resultado, y la soberbia y arrogancia que ha demostrado. Finalmente, PSOE y Unidas Podemos no se han puesto de acuerdo y han ofrecido un espectáculo esperpéntico que ha estresado a la sociedad y multiplicando la indignación. Sánchez e Iglesias han culminado la historia de una enemistad larvada durante mucho tiempo y, salvo cambio de guión imprevisto, acercan el horizonte de unas nuevas elecciones en noviembre. En agosto y setiembre todos mirarán a las encuestas y puede pasar de todo.

Sánchez ha querido poner de rodillas a Iglesias, ha pretendido humillarlo. Nunca quiso compartir el poder con él, que no es lo mismo que compartir el Gobierno. Solo le ha abierto la posibilidad de disponer de unos asientos en el Consejo de Ministros, coches oficiales y la capacidad de nombrar a muchos asesores, pero sin poder real. Poniendo a funcionar con esteroides la maquinaria mediática, ha querido construir un relato donde toda la culpa es de Unidas Podemos y, cuando se ha quedado sin argumentos, se ha parapetado tras ese paraguas llamado España que lo aguanta todo, hasta las miserias políticas más grandes.

Tienen tiempo para desandar un camino que lleva al precipicio. La aritmética permite arreglar este despropósito que deja heridas abiertas y un gran escepticismo social. Aunque le tiente a Sánchez, una repetición electoral difícilmente le daría una mejor posición. Y con una sociedad tan estresada e indignada, no es descartable una mayoría del bloque de la derecha. En Sánchez apenas se puede confiar nada, pero la alternativa es aún peor. Conscientes de ello, a los independentistas vascos y catalanes les toca jugar como lo han demostrado, con responsabilidad, sabedores de la importancia de librar todas las batallas con inteligencia, con la mirada puesta en abrir la puerta a nuevos escenarios allí donde realmente juegan su gran partida: en Euskal Herria y Catalunya.