EDITORIALA
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Es iluso creer que el resto cambiará y hará tu trabajo

Nafarroa vive un tiempo político interesante. Finalmente, por encima del establishment foral y de los poderes del Estado español, María Chivite ha logrado ser lehendakari. Cuando lanzó su carrera tenía objetivamente muy pocas probabilidades de lograrlo –eran quinta fuerza parlamentaria con tendencia a la baja, una estructura personal e intelectualmente en el chasis y un carácter gregario respecto a UPN–. Haber logrado su objetivo demuestra un claro instinto político y el grado de su ambición.

Es cierto que parte de su arrastre viene de la resaca estatal: del factor Pedro Sánchez frente al trifachito y de la debacle de Podemos, especialmente en Nafarroa y en el último año de la legislatura del cambio. Eso sí, con problemas particulares sin resolver. De abril a mayo el PSOE perdió 22.000 votos en Nafarroa. En un mes.

Aun así lograron los resultados que le daban la opción de gobernar y Chivite ha sabido gestionarlos. No cabe menospreciarla. Aunque desde una perspectiva vasca su actitud con EH Bildu resulte hipócrita y necia –en estos últimos seis años han hablado, negociado y pactado todo lo que han podido, y lo seguirán haciendo–, era parte de su jugada en el tablero interno y estatal. No es una estratega, quizás, pero sí un animal político.

Algunas dudas al respecto son lógicas. Sin ir más lejos, Uxue Barkos ha intentado durante cuatro años cosechar la complicidad del PSN, sin éxito. En la legislatura pasada, a cada propuesta de cooperación que les han hecho siempre han respondido con una lista de personajes orgánicos, cargos a dedo y un presupuesto. Esa perspectiva resulta decepcionante, rebaja el nivel y limita las opciones. Y así ha sido la experiencia para el Ejecutivo Barkos: frustrante.

El programa actual es continuista respecto al del Gobierno del cambio en materia de políticas públicas, pero es rácano en ambiciones. Su referencia, la que ha amainado beligerancias en el Estado, es la coalición entre PNV y PSE. Hay personas en Geroa Bai que piensan que con los mimbres del PSN no se puede hacer eso y que esa es la fuente de la inestabilidad del Ejecutivo de Chivite. Por el contrario, hay personas en el PNV que miran los mimbres del PSE y piensan que, si con esos se puede, se puede con cualquiera. Aunque a algunos jeltzales les duela la comparación, la fórmula de Urkullu es la versión vascongada del quesito foral de Miguel Sanz. Pagar al PSOE para evitar otras opciones, las que sean. En su caso, incluso las alianzas abertzales. En ese cálculo habría que meter el hecho diferencial navarro, por así decirlo. Algo que al PNV se le ha escapado históricamente.

Lo que sí conoce es que la característica predominante en la visión política del PSN es el clientelismo. La influencia del modelo sindical de la UGT es crucial para entender esa visión y su desarrollo. Lo va a seguir siendo para entender algunos patrones de esta legislatura.

Esperar del resto un cambio que uno no da

Tras el primer golpe que supusieron los resultados para las fuerzas del cambio, la realidad se ha impuesto. La alternativa era fatal para la sociedad navarra. Frente a la ruptura contenida que supuso el cambio, la fórmula de gobierno actual tiene precedentes históricos, en Iruñea con Balduz y en Nafarroa con Otano. El acuerdo de gobierno de PSN con Geroa Bai y Podemos, con el apoyo externo de Izquierda-Ezkerra, replica en gran medida aquellos experimentos. No estaría de más, no obstante, mirar qué elementos sociopolíticos fueron determinantes en aquellos fracasos, más allá de los escándalos.

Una de las ventajas es que la derecha navarra está totalmente perdida en este momento, entregada a los ultras metropolitanos y huérfana de liderazgo. Su única esperanza es que, por un lado u otro, Madrid rompa la fórmula. Pero lo que les renta allí les diezma aquí.

También por esto, puede que la fórmula navarra tenga ahora más opciones de éxito que en intentonas anteriores. EH Bildu ha sido crucial para el éxito del Gobierno de Uxue Barkos –muy por encima de lo que todo el mundo acepta en público–. De ellos y ellas depende en gran medida lo que pase en esta nueva legislatura, ahora desde la oposición, con más margen político.

Las fuerzas que mejor lean el momento político tendrán una ventaja estratégica importante. Quienes esperen que otros hagan su trabajo perderán posiciones y la oportunidad de liderar. Esta lección vale para todas las fuerzas. De hecho, todas han tenido, en un terreno u otro, en una u otra época, la opción de aprenderla.