Dabid LAZKANOITURBURU

Salvini tiene prisa, pero sus rivales mucha más

Salvini tiene prisa. Las encuestas le auguran una victoria holgada viento en popa a toda vela con la estela del Open Arms y del Ocean Viking atestados de inmigrantes en sus bodegas y cubiertas, en una imagen que nos retrotrae a tiempos que la Humanidad creía olvidados.

Salvini tiene prisa por completar la faena después de haber fagocitado a todas las fuerzas políticas a diestra y siniestra y quiere que el Senado se reúna cuanto antes, entierre en el cementerio de la infrahistoria a su Gobierno de coalición con los otrora iluminati del Movimiento Cinco Estrellas (MS5) y convoque elecciones en otoño. Su objetivo pasa por lograr una rotunda victoria que permita a su Lega gobernar sin ataduras e incluso arrastrar a los posfascistas Fratelli y a la derecha de Berlusconi a una reforma constitucional que vire a Italia y le lleve de regreso a una suerte de caudillismo mussoliniano siglo XXI y liderado desde el norte lombardo.

Salvini tiene prisa, pero más prisa, o cuando menos más urgencia, tienen los que desde el interior del MS5 y el PD (centro-izquierda) intentan desde hace días ahormar una estrategia para frenar los planes del líder xenófobo.

Unos y otros tratan desesperadamente de olvidar los insultos que se dedicaron durante la campaña electoral de 2018. Y unos y otros son corresponsables en el éxito de Salvini. Los primeros porque le invitaron al gallinero del Gobierno y los segundos porque durante los últimos años han priorizado un tacticismo político y económico que ha acabado por dar alas a la ultraderecha.

Unos y otros necesitan tiempo para tejer costuras y evitar, mientras lo intentan, que sus respectivos partidos y movimientos no estallen en pedazos en el marco de las rencillas internas por los liderazgos.

Salvini tiene prisa. Pero más prisa tienen los «esclavos» del Ocean Viking y del Open Arms. Más prisa tenemos todos.