Raimundo Fitero
DE REOJO

Dioses

Cuesta aceptar una nueva denuncia colectiva de varias mujeres, referida a los abusos de un ser famoso, exitoso, reverenciado por una inmensa mayoría de la ciudadanía y de los telespectadores que es, al fin y a la postre, la medida de muchas de las cosas. Plácido Domingo es el caso. Y en el comunicado de exculpación admite la verosimilitud de lo declarado por las denunciantes, solamente una con nombre y apellidos porque el resto sigue teniendo miedo a represalias. Y la que da la cara y la voz, dice: «Quién le dice no a Dios».

Estamos ante machos alfa, triunfadores que se sintieron dioses y dueños de todo aquello que les apetecía. Un número indefinido de mujeres consistieron tener relaciones con un dios de la ópera. Muchas con gusto. Otras, hasta puede ser que lo hicieran por medrar, pero si alguna decía no, o tardaba en decir sí, o se hacía la remolona era sobre la que caían las amenazas, las extorsiones y los abusos. En este caso, y de momento, nadie ha hablado de violaciones. 

Algunos teatros y coliseos han anulado, preventivamente, las actuaciones contratadas. En otros siguen. Es lo de siempre. Cuesta entender que alguien que lo puede tener todo, sin necesidad de subterfugios, acabe utilizando esas malas maneras machistas. De nuevo el sarcasmo de los que hacen bromas o ponen su incredulidad basada en los treinta años de retraso para la denuncia. No son capaces de entender lo que son treinta años de tormento interno y silencioso.

El argumentario de Domingo es que nunca lo hizo consciente y que en aquella época se veían las cosas de otra manera. Exacto. Existía una complicidad social, las mujeres estaban acoquinadas, ahora estamos en plena evolución del feminismo hacia la tolerancia cero. Pero entonces y ahora, abusar, acosar es asqueroso, soberbios dioses machistas.