Beñat ZALDUA
COPA DE ORO EN EL HIPÓDROMO DE DONOSTIA

LEGIONARIO VENCIÓ A ANDIA, PERO ARISTODEMUS LOGRÓ SU REDENCIÓN

SI DEL TITULAR NO ENTIENDEN NI UNA PALABRA, ESTÁN EN EL MISMO BARCO QUE YO ANTES DE PASAR UNA TARDE EN LAS CARRERAS. PASEN Y LEAN, Y DE PASO APRENDAN CÓMO SE APUESTA EN UN HIPÓDROMO, PORQUE NO ES TAN FÁCIL COMO PARECE. CLARO QUE SIEMPRE PUEDE APARECER UNA NIñA DE UNOS 12 AñOS PARA EXPLICARTE CÓMO VA EL ASUNTO. ESO SÍ, NO TE SACARÁ DEL ERROR DE ELEGIR CABALLO SOLO POR EL NOMBRE.

Las primeras veces siempre son emocionantes. En casi todo. La buena costumbre recomienda conjurarse para dejar atrás prejuicios y dejarse sorprender. Con esa cantinela entro al Hipódromo de Donostia, donde se celebra el 51ª Copa de Oro. No es fácil saber a qué atenerse, busco pero no encuentro las pamelas de Ascot; miro pero no veo decadentes escenas de apostadores desesperados; y para mi desilusión, no encuentro a Chico Marx ofreciéndome pronósticos calientes desde un puesto de helados. Veamos.

Es el día grande del Hipódromo, que está lleno. Se atisba mucho pijo y mucho cretino –no tiene porque ser lo mismo–, pero no son mayoría, ni mucho menos. Aquí hay familias enteras de todo tipo de perfil iniciando a los más pequeños en el noble arte de apostar dos euros a las carreras. No hay txarangas, pero se fuma y se bebe, o al menos existe la opción. Esto se parece muy poco a la plaza de toros de Iruñea, desde luego, pero quién sabe, quizá sea lo más parecido a un ágora pública que existe por estos lares, ese espacio en el que se dan cita los elementos constituyentes de un ecosistema social.

Andando hacia la puerta dos jóvenes hablan de Andia y Shahanian, dos caballos que deben andar a la greña. Esta es la mía, ya sé a cuales tirarle. En el díptico que detalla las seis carreras de la jornada busco a mis equinos y los encuentro en la segunda tanda. Los nombres de los caballos, en general, son una maravilla, Baba Karam correrá en la primera vuelta cerca de Royal Dancer; en la tercera, Midnight in Paris se verá las caras con Aristodemus, que toma el nombre del guerrero al que toda Esparta dio la espalda después de rajarse de la batalla de las Termópilas porque le picaba el ojo. Más adelante correrán, entre otros, Zascandil y El Ingrato. Yo, de mayor, bautizador de caballos de carrera.

Apostar no es tan fácil

Uno va entendiendo la dinámica poco a poco. Lo bueno es que hay margen entre carrera y carrera. Todo empieza con la exhibición de los caballos en un jardín que se llama Paddock. Dentro solo están los caballos y unos cuantos VIP con muchas posibilidades de llamarse Borja. Fuera, en la valla exterior, se agolpan los indecisos, los que quieren ver a los animales para decantarse por una apuesta u otra. Yo me debato entre Andia y Shahanian, y como físicamente me parecen iguales todos los caballos –qué bestias, qué belleza–, sigo el criterio de nombre. Andia, que hay que hacer país.

Pero no es tan fácil. Te pones en la cola y escuchas al de delante apostar diciendo: «3, 6, 8». Vaya. Esto es como la pelota, hay que hacer un master para poder apostar unos céntimos y darle emoción al asunto. Pregunto al señor que tengo delante y me dice que puedo apostar a ganador-colocado, que puedo hacer una apuesta gemela o una tripleta. No le he entendido nada, lo nota y se va. Una niña de unos 12 años, que guarda la cola con sus hermanas y sus padres se apiada de mí y me pregunta qué es lo que quiero apostar. «Andia», sin dudarlo. Quiero aprovecharme de esta fuente de sabiduría y le pregunto si es mejor que Shahanian. La niña no suelta prenda, pero sigue con la clase: «Puedes hacer una gemela a que Andia y Shahanian quedan los dos primeros». Vamos allá, dos euros a que gana Andia y otros dos a que la dupla dichosa entra en cabeza. La apuesta máxima es de dos euros, cosa que me parece genial, porque esto es un peligro.

De vuelta al graderío busco un nuevo sitio, el flujo entre gradas, ventanillas de apuestas, barra de bar y demás entretenimientos es constante, por lo que es fácil hacerse un hueco. Esta carrera es de las largas, tiene dos kilómetros, y aún así dura un suspiro. A los caballos se les ve bien cuando salen y cuando toman la curva grande, pero luego se les pierde dirección a Andoain; solo el narrador del megáfono sirve como guía, y promete que Andia va remontando. Los caballos vuelven a aparecer al rato en la recta de meta y, en un visto y no visto, la cruzan. Andia no ha remontado, y para más inri, ha ganado uno llamado Legionario. Toma ya, por haber elegido por el nombre. Solo queda el consuelo de que en segundo lugar ha entrado Universal Dancer. Eso, y que en la siguiente tanda Aristodemus logró por fin, XXV siglos después, la redención.