Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Historias de miedo para contar en la oscuridad»

La sombra de Guillermo Del Toro es alargada

Sin ser una película del mexicano Guillermo Del Toro, puesto que hay que respetar el control sobre la realización que ha tenido el noruego André Ovredal, se nota su sello autoral en todo lo relativo al guion y a la producción. En los cuentos terroríficos de Alvin Schwartz, y sobre todo en las ilustraciones de Stephen Gammell que presentaban las ediciones de los años 80, ha encontrado la inspiración para ampliar su universo monstruoso con el diseño de nuevas criaturas que pasan a formar parte del género en su vertiente clásica. Una vez más ha contado con el habitual Javier Botet, escondido aquí tras el disfraz del Cadáver que reclama su dedo gordo del pie. Mark Steger se desdobla como la espeluznante Mujer Pálida y El Espantapájaros. Y Troy James se mete en la piel de The Jangly Man. Monstruos a los que hay que sumar al Tio Sam y al Forúnculo del acné juvenil.

Esta media docena de relatos resume bastante bien la obra literaria de Schwartz, a modo de compendio que refleja una galería interminable de espantos que no surgen de la nada, sino que tienen una raíz folclórica.

Son leyendas que quedan englobadas muy bien en el imaginario del terror adolescente, con toda la componente nostálgica que lo caracteriza en la actualidad. De esta manera el gótico literario se funde con la comedia generacional para generar un contexto histórico recreado imaginativamente. Lo que equivale a decir que las inseguridades y miedos propios de la adolescencia conectan con la convulsión sociopolítica de finales de los años 60.

“Historias de miedo para contar en la oscuridad” (2019) está a la altura de las mejores adaptaciones cinematográficas que se han hecho de las novelas de Stephen King, con las que guarda un parentesco más que evidente. Estas películas hechas para una franja demográfica concreta se ven obligadas a mostrar el horror sin salirse de la calificación para menores de edad.