L.TORTOSA-E.MÁÑEZ-R.ABELEDO
SrebreniCA
Entrevista
MUNIRA SUBASIC
PRESIDENTA DE MADRES DE SREBRENICA

«Europa permitió el genocidio en Srebrenica, esperamos una sentencia justa»

Madres de Srebrenica, lideradas por Munira Subasic, recurrirá al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo la reciente sentencia «islamófoba» de la Corte Suprema holandesa que reconoce el 10% de la responsabilidad de los cascos azules de Países Bajos en el genocidio de 1995 en el que murieron más de 8.000 bosnios musulmanes.

Es la primera vez que Munira Subasic vuelve a Srebrenica tras el fallo del Tribunal Supremo holandés que ratifica la responsabilidad parcial de los cascos azules en el genocidio de entre 8.000 y 10.000 bosnios musulmanes, la peor masacre acaecida en suelo europeo tras la Segunda Guerra Mundial.

La presidenta de Madres de Srebrenica escuchó en La Haya la sentencia que reconoce que la misión holandesa de paz debía haber refugiado en su base de Potocari a las 500 personas que buscaron la protección de la Dutchbat cuando las tropas serbobosnias de Ratko Mladic –condenado a cadena perpetua por esta matanza por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia– entraron en el enclave protegido por Naciones Unidas entre el 11 y el 13 de julio de 1995. Unas 2.500 mujeres fueron violadas y más de 8.000 hombres, ejecutados y torturados.

Nos citamos con Subasic en la sede de Madres de Srebrenica, dos pequeños edificios financiados por la Diputació de Girona y el Gobierno saudí situados junto al cementerio de Potocari, regentados por mujeres supervivientes. Un grupo hace la colada. Nos relatan sus historias. «Yo perdí a mi hijo y 10 familiares». «Yo a mi padre, mi marido y todos mis hermanos». Ellas no hablan inglés ni nosotros bosnio, pero nos entendemos.

Cuando llega Subasic es la hora de la cena y nos invitan a compartir mesa con ellas. La entrevista será al día siguiente con su propio intérprete. Sin desprenderse de su sonrisa dulce, Munira Subasic contesta firme y decididamente.

Usted ha mostrado su indignación por el fallo del Tribunal Supremo que declara a Holanda responsable solo del 10% de las ejecuciones. ¿Cuál habría sido una sentencia justa para su organización?

Holanda es el primer Estado que ha asumido su responsabilidad por dejación de funciones en su misión en Srebrenica. Es un precedente histórico muy importante, lanza un mensaje a todos los estados que envían soldados en misiones al extranjero: deben asumir la responsabilidad de las acciones que desarrollan. No obstante, no nos vamos a rendir y seguiremos el proceso legal recurriendo ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Queremos pedir que tomen en consideración a todos los hombres que estuvieron aquí, incluyendo a los niños y jóvenes ejecutados mientras huían en los bosques dentro de la zona segura [protegida por la ONU]. El veredicto debe contemplarlos a todos ya que Naciones Unidas es responsable de todas las víctimas, independientemente de que estuvieran en Srebenica o en el bosque. Si no obtenemos una sentencia favorable concluiremos que es porque somos musulmanes. Esperamos un veredicto justo en Estrasburgo.

En 2017, el Tribunal de Apelación estableció la responsabilidad del Estado holandés en un 30% pero ahora la Corte Suprema lo ha reducido. ¿Cómo lo interpreta?

Es política. Es bueno que hayan aceptado su responsabilidad, independientemente de la cifra. Nos quedamos con que después de todo son responsables. Todavía estamos buscando la última palabra, no ha terminado. En mi opinión, Europa dio luz verde y permitió este genocidio. Esperamos que rectifique estos errores y tome una decisión positiva. También exigimos la responsabilidad directa de la ONU, pero tiene inmunidad legal así que reclamamos su responsabilidad moral frente al genocidio. Éste ha sido un importante éxito ya que, en cierto sentido, la ONU representa a toda la comunidad internacional. Madres corrientes como nosotras iniciamos hace dos décadas el proceso legal y hemos conseguido éxitos significativos en esta larga batalla contra grandes organizaciones como la ONU.

¿Existe una política revisionista sobre el genocidio?

Veinticuatro años después del final de la guerra, el genocidio sigue siendo negado tanto por la República Srpska [una de las dos entidades administrativas de Bosnia] como por Serbia. Pero hemos tenido éxito alcanzando la justicia internacional y demostrando este genocidio en la Corte Internacional de Justicia. Tenemos el apoyo de los que entendieron lo que pasó aquí, pero no de los que lo cometieron. Tanto en la República Srpska como en Serbia, las tesis revisionistas están tratando de tergiversar la historia, de convertir las mentiras en verdad. Pero esto no va a suceder, no lo van a conseguir.

¿Significa eso que los Acuerdos de Paz de Dayton no han contribuido a enterrar las diferencias entre etnias?

El Acuerdo de Paz es muy injusto, creó muchos niveles de autoridades. Bosnia fue dividida y el Estado no funciona porque hay cinco niveles administrativos diferentes y tres realidades políticas separadas. La comunidad internacional lo hizo para controlarnos, porque no ve con buenos ojos un país con mayoría musulmana en el corazón de Europa. Por ejemplo, el 51% de la población es bosnia, pero nuestro idioma no se reconoce en la República Srpska. Madres de Srebrenica ha logrado muchas cosas a través de la acción civil y la ayuda internacional de las oenegés, pero no existe ningún apoyo por parte del Estado, que se limita a dar pensiones. En mi caso, 250€ por el trabajo de mi marido y otros 250€ por su asesinato. Apenas lo suficiente para sobrevivir.

La hipocresía de la comunidad internacional se evidencia sobre todo en que el cementerio de Srebrenica y el memorial por las víctimas estén ubicados en suelo de la República Srpska. Este espacio podría haber sido organizado como un distrito independiente dándole un valor simbólico. Primero Europa y el mundo crearon esta injusticia, y ahora nosotras vivimos dentro de ella. Yo deseo tener un presidente que trabaje por la mejora y la unión de Bosnia, independientemente de si es musulmán, serbio, croata o romaní.

La labor de organizaciones civiles impulsadas por mujeres como la suya ha sido clave en la construcción de la paz y la recuperación de la memoria histórica. ¿Están las mujeres suficientemente representadas en la vida pública bosnia?

Las mujeres que ahora ocupan puestos de poder lo hacen por cuestiones políticas no por sus méritos. En el Parlamento estatal hay mujeres de diferentes grupos étnicos y nunca han querido reunirse con nosotras y escucharnos. Cuando hacemos declaraciones las usan para criticarnos, estamos sometidas constantemente a su escruti- nio. Hubo mujeres mandatarias o soldados durante el conflicto que cometieron crímenes de guerra. Biljana Plavsic, muy próxima a Radovan Karadzic, ha sido condenada como criminal de guerra. Conocemos a otra mujer en Srebrenica que mató al hijo de nuestra compañera Kada y hoy es muy activa en política.

Nosotras nos reunimos con lideresas internacionales como Hillary Clinton, Catherine Ashton o la representante bosnia en el Consejo de Europa, Dunja Mijatovic. Conocimos a muchas mujeres poderosas que escucharon nuestras voces, pero sin una verdadera justicia es imposible tener éxito. Este país está dividido y las mujeres pertenecen a diferentes realidades políticas, en demasiadas ocasiones prefieren estar ciegas y no ver la verdad. Madres de Srebrenica ha hecho más en términos de reconciliación que cualquier político en el mundo entero.

¿Le preocupa el auge de los populismos, etnonacionalismos y la xenofobia en Europa?

Este último veredicto en Holanda es, en cierto modo, islamófobo y debemos reflexionar sobre ello. Las musulmanas podemos estar orgullosas de cómo hemos criado a nuestros hijos e hijas después del genocidio. Son niños que en algún momento vieron asesinatos, violaciones y cosas terribles que les pasaron a sus familias. Hemos tenido éxito al criarlos sin ningún tipo de odio. Creo que nosotras, como madres, somos de las mejores del mundo. Una mujer muy importante me dijo una vez: ‘si mi hijo fuera asesinado o si yo fuera víctima de una violación, habría matado a ese criminal de guerra’. Nosotras no lo hicimos y por ello conservamos nuestras almas. Respetamos la vida.

¿Continuarán esos descendientes su lucha pacífica cuando ustedes ya no puedan?

Tal vez dentro de diez, veinte o cincuenta años nuestros hijos y nietos continúen nuestra lucha legal con mucha mejor formación y preparación. Esto es lo que mi nieta me ha prometido hacer cuando crezca. Ahora tiene 17 años, habla dos idiomas y quiere estudiar Derecho. Después de sobrevivir al genocidio hemos criado alrededor de 5.500 niños y niñas y hacerlo sin fomentar en ellos y ellas ningún deseo de venganza es un gran éxito para nosotras. Se han formado como médicos, ingenieros, profesores, abogados...

Cuando nosotras ya no estemos esperamos que se hagan cargo de esta misión en busca de justicia. La comunidad judía es un referente ya que ha estado buscando justicia para su genocidio durante 75 años y sigue persiguiendo criminales de guerra. Nuestros nietos continuarán, no se detendrán. Toda la Humanidad puede aprender de nuestra experiencia, queremos que el mundo se una y no que se divida. Dondequiera que ocurra algo, debemos condenarlo de manera solidaria y humanitaria. Un crimen es un crimen, sin importar quién lo cometió o dónde se cometió.

Es hora de acabar la entrevista, un político espera para reunirse con Munira Subasic. Nos reencontramos por la tarde en el cementerio. Apenas un par de familias rezan entre las tumbas de mármol.

Unos días antes del veredicto holandés, en la Marcha por la Paz que reunió a miles de personas de todo el mundo en Srebrenica, se sepultaron los restos de las 33 víctimas que han conseguido hallar e identificar este año. Aunque la búsqueda continúa ya hay 6.241 nombres en la inmensa necrópolis de lápidas blancas puntiagudas que desbordan las colinas. Subasic se aferra a las de su marido y su hijo mayor. Otros veinte familiares más yacen aquí.

Cae la tarde y nos invita a merendar en una granja a orillas del Drina con otros supervivientes. No parecen pensar en la batalla legal que se cierne sobre ellas durante este animado picnic. Conversan cariñosamente entre galletas, moras y dulces de chocolate mientras toman café frente al valle en el que miles de bosníacos desaparecieron tratando de huir del horror.