Josu MONTERO
Escritor y crítico literario

Eskorbuto

Eskorbuto serían hoy censurados y denunciados por injurias múltiples, e imagino que condenados por desacato. Como otros muchos grupos punk de los últimos 70 y los 80. Barakaldés como soy, nunca entendí muy bien que surgieran bandas punk por esos pueblos de dios de Araba o de Nafarroa o de la misma Bizkaia. La nebulosa y sucia Margen Izquierda de entonces era su caldo de cultivo y hábitat natural. Los punks eran, en efecto, como las ratas, unas ratas rabiosas y orgullosas, unas ratas que le dieron una patada en el culo al flautista de Hamelin y ellas mismas enchufaron las afiladísimas guitarras y nos escupieron su música y su desazón existencial. Como no podía ser de otra manera. Enredados andábamos entonces algunos jovenzuelos y osados letraheridos barakaldeses reivindicando la poesía en un chiripitifláutico colectivo que llamamos La Galleta del Norte, y nos guiaban lo mismo la rebelión surrealista que la antipoesía de Nicanor Parra que las distorsiones guitarreras y verbales de las bandas punk. De hecho Eskorbuto o Vulpes participaron en alguna mesa redonda que montamos. Con el tiempo todo se oficializa, se vuelve rimbombantemente serio; y además los muertos se cargan de dignidad y respetabilidad. ¡El Eskorbuto eguna! Y la alcaldesa de Santurtzi loando a los demenciales chicos acelerados y afirmando que la localidad «tiene una deuda pendiente con Eskorbuto». ¡Quieren poner su nombre a una calle! Juanma y Iosu se estarán descojonando en el infierno.