A pesar del silencio oficial casi absoluto, miles de chilenos recordaron ayer el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973 y al presidente Salvador Allende, y denunciaron la impunidad que rodea a los crímenes de la dictadura de Augusto Pinochet.

Por primera vez, informó Prensa Latina, al desfile ante el monumento a Allende, junto al Palacio de La Moneda, acudieron hijos y familiares de represores, que unidos en la organización Historias Desobedientes, han optado por la justicia.

Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, aseguró que Chile se encuentra en un momento decisivo: «O avanzamos hacia la justicia y la verdad o se materializa la impunidad». Y acusó al Gobierno de ser «el más fiel reflejo de la dictadura, porque no hay verdad, no hay justicia, y la pregunta dónde están los desaparecidos sigue sin respuesta, se gobierna bajo la Constitución de Pinochet y continúa la represión, ese es el Chile construido desde 1990».

El presidente, Sebastián Piñera, dijo que el «quiebre de la democracia» de hace 46 años supuso «un gran fracaso».