EDITORIALA
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Izar, un tremendo caso de machismo distorsionado

El juicio que se lleva a cabo en la Audiencia de Valencia está poniendo el foco al fin sobre la auténtica realidad de la agresión a Izar, hija de Sara Majarenas: es uno de los casos de violencia machista más espeluznantes sufridos por dos mujeres vascas en estos años. En los testimonios escuchados en la sala queda totalmente probado que un hombre acuchilló a una niña de dos años, intentando acabar con su vida, para vengarse de la que era su excompañera y su familia, y que además, entre otros detalles sórdidos pero reveladores de su motivación, hizo a su madre escucharlo por telefóno.

Que la mujer atacada tan brutal y despiadadamente se llamara Sara Majarenas y estuviera cumpliendo condena por pertenencia a ETA ha introducido un gran plus de desprotección y un buen número de distorsiones en el tratamiento de este caso, a todos los niveles. La desprotección, de hecho, fue la que generó el ataque, porque para entonces Majarenas ya cumplía los requisitos para haber estado libre en la calle con su hija. El resto es tristemente sabido: lejos de ser excarcelada para atenderla, fue Izar la que quedó encarcelada, más tarde en riesgo de ser separada de su madre al cumplir tres años, luego encerrada absurdamente en un centro de acogida de Madrid, y finalmente, tras una negligencia judicial, vigilada por la Ertzaintza para evitar que su atacante volviera a acercarse a ella, a ellas.

Las distorsiones también merecen una reflexión. Instituciones de todo tipo (de judiciales a políticas o contra la violencia machista) han mostrado una pasividad censurable. La defensa del acusado hizo un intento baldío en el juicio de introducir la militancia política de Majarenas en su interrogatorio. Y quienes sí han defendido a Sara e Izar han acabado dudando de que este caso vaya a concluir con un veredicto justo. Pero esa interferencia de la excepcionalidad política que sufren los presos vascos y sus familiares no puede ya poner ninguna nebulosa ni atenuante sobre lo que es un terrible caso de machismo puro y duro.