Mikel INSAUSTI
AD ASTRA

La odisea espacial más intimista nos transporta a un futuro no muy lejano

El cine de ciencia-ficción sale caro, motivo por el que es un género que maneja los grandes presupuestos de Hollywood y al que solo acceden autores ya consagrados como James Gray, que ha contado con la mayor inversión de su carrera para realizar “Ad Astra” (2019). Sabido es que el cineasta de la trilogía policial iniciada con “Little Odessa” (1994) prepara a conciencia sus proyectos, y de ahí que ahora se estrene su séptimo largometraje en 25 años de carrera. Ha contado con casi noventa millones de dólares para conseguir una réplica realista de los viajes espaciales y poder mostrar lo hostil que resulta el espacio exterior para el ser humano. Y pese a todo ello la suya es la odisea espacial más intimista, al jugar con la paradoja que implica la terrible soledad en medio de un universo infinito e inabarcable.

“Ad Astra” (2019) fue la película mejor puntuada en los paneles de la crítica internacional presente en la Mostra de Venecia, aunque el jurado se decantara a la hora de conceder el León de Oro por “Joker” (2019), de Todd Phillips. Causó sensación la banda sonora compuesta por MaxRichter, así como los efectos especiales que sitúan al espectador ante un futuro no muy lejano en el cual los viajes turísticos a la Luna están a la orden del día, mientras que en Marte las grandes corporaciones se disputan la explotación de la riqueza mineral.

En ese sentido Gray describe la conquista del espacio como una nueva forma de colonización, con el bandidaje en las planicies lunares y el astronauta transmutado en cowboy. Pero la búsqueda de vida inteligente corre paralela a una progresiva deshumanización, en la que el hijo perdido rastrea la figura del padre ausente, siguiendo el esquema argumental de Joseph Conrad en su novela “El corazón de las tinieblas”. Brad Pitt sería un Willard filial y Tommy Lee Jones un Kurtz paternal.