Dabid LAZKANOITURBURU

El gran ayatollah al-Sistani se alinea con las protestas en Irak para no perder pie

Consciente de que el epicentro de las protestas aconfesionales y contra la clase política corrupta está en el históricamente irredento sur chií de Irak, el gran ayatollah Al-Sistani urgió al Gobierno de Bagdad a atender sus demandas y a cesar en la represión (40 muertos).

Que las protestas no sean confesionales y recelen de injerencias políticas y religiosas no obsta a que su epicentro se esté dando en el Irak chií, desde los barrios populares de Bagdad hasta el sur tribal del país, sobre todo en la ciudad de Nasiriya.

Nasiriya, con medio millón de habitantes y a 300 kilómetros al sur de Bagdad, es la capital de la provincia de Zi Qar, y concentra la mitad de los cerca de 40 muertos en cuatro días de represión de la revuelta.

Sus habitantes, que exhiben con orgullo que viven sobre las ruinas de la ciudad sumeria de Ur, fundada hace 5.000 años, reivindican Nasiriya como la histórica cuna de revoluciones e intifadas».

No en vano la provincia fue una de las primeras en las que, en 1928, el Partido Comunista de Irak (PCI) creó una de sus primeras secciones del país árabe.

En los años 20, sus habitantes fueron la punta de lanza de la revuelta chií contra la dominación británica. Cuando la monarquía impuesta por los británicos cayó en 1958 en un golpe de Estado sangriento, el partido Baath que la reemplazó contaba entonces entre sus principales dirigentes con un ilustre habitante de Zi Qar, Fuad al-Rikabi.

El partido chií Dawa, enemigo jurado de Saddam Hussein, sería décadas más tarde fundado por un hijo de Nasiriya.

En 1991, cuando el sur chií se aineó con los kurdos contra el régimen baazista, Nasiriya volvió a ser bastión rebelde.

La provincia, en la que el 40% sobrevive bajo el umbral de la pobreza y al albur de intemperies entre la sequía extrena e inundaciones devastadoras, es terreno fértil para la revuelta.

Y el gran ayatollah Ali al-Sistani, máxima autoridad religiosa chií del país, lo sabe, y no ha dudado en exigir al gobierno que responda urgentemente a las demandas de los protestantes: mejorar los servicios públicos, dar empleo a los parados y conjurar el clientelismo y la corrupción Además, ha denunciando los ataques inaceptables a «manifestantes pacíficos». Al-Sistani ha emplazado a los diputados y al primer ministro, el proiraní Adel Abdel Mahdi, quien en una alocución nocturna aseguró haber oido las reclamaciones y pidió tiempo para mejorar las condiciones de la gran mayoría de los 40 millones de iraquíes.

Mientras hablaba, otros dos manifestantes morían a tiros en la provincia de Kut y las protestas se extendían las de Najaf, Missane, wassit, Diwaniya, Babilonia y Basora, en el sur chií.