Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Una pequeña mentira»

Fuera de juego

Tomando como referencia la novela gráfica “Dream team”, firmada por Mario Torrecillas y Artur Laperla en el 2016, Julien Rappeneau ha plasmado en imagenes una de esas historias cargadas de buenos sentimientos y cuyo arranque nace cuando un chaval que está a punto de ser fichado por el equipo londinense del Arsenal, será rechazado debido a su tamaño. El pequeño protagonista, en un intento por evitar que su padre –un hombre desencantado de todo y de todos– sufra una nueva desilusión, optará por mentirle lo que provocará un encadenado de situaciones imprevistas. Poco o nada destacable encontramos en esta comedia que no es tal y sí un edulcorado retrato paternofilial cuyo discurso pretende ampararse en un estilo de cine de autor francés. Lastrada por su constante empeño en subrayar los pasajes emotivos mediante múltiples clichés, “Una pequeña mentira” logra evitar en buena medida el naufragio gracias a la química que se establece entre la pareja protagonista y a varias secuencias que eluden la sensiblería en beneficio de la sensibilidad.

Rappeneau –hijo del también cineasta Jean-Paul Rappeneau, autor de la magistral “Cyrano de Bergerac”– debutó con mayor fortuna con otra adaptación inspirada en el cómic “Rosalie Blum”, de Camille Jourdy, pero en esta oportunidad, y al contrario del filme citado, deja en el tintero diversos aspectos que deberían haber recibido un mayor y más profundo tratamiento. Ejemplo de ello es todo lo relativo a la utilización de niños como materia prima de futbolistas y dentro de un entorno tan mercantil como es el fútbol profesional o la insoportable fiereza que demuestran esos padres gritones cada vez que ven a sus vástagos en un campo de fútbol. Lamentablemente, el filme se queda en una incómoda tierra y emparentada con estas películas estadounidenses y muy familiares que se enmarcan en el deporte.