Félix Placer Ugarte
Teólogo
KOLABORAZIOA

Un Sínodo para la Amazonía

Se está celebrando en estos días en el Vaticano, presidido por el papa Francisco, un «Sínodo Especial para la Región Pan-Amazónica» que ha suscitado todo tipo de reacciones favorables y opuestas, no solo dentro de la Iglesia para la que su «instrumento de trabajo» propone una visión teológica y cambios pastorales determinantes.

También los políticos están alarmados. Entre ellos Bolsonaro, presidente de Brasil, que ha movilizado su parafernalia diplomática para frenarlo, acusándolo de injerencia política.

Este Sínodo o asamblea en cuya preparación han participado 80.000 personas de la zona, quiere escuchar «la voz de la Amazonía, el clamor de los pobres» y denunciar su explotación, profundizar su compromiso con la defensa de la vida integral de los pueblos, de su «buen vivir» y de la creación en este lugar del planeta, contra toda actitud y política cómplice de proyectos de muerte. Porque la Amazonía, según denuncia su documento de trabajo, está siendo exterminada y los pueblos que en ella «son agua, aire, tierra y vida» no podrán sobrevivir. Y no solo los que habitan en ella, sino todo nuestro planeta que depende de los beneficios ecológicos de la Amazonía.

Como siempre ocurre cuando hay un proyecto serio y profundo de renovación que quiere abrir «nuevos caminos en la Iglesia» y afirmar su compromiso liberador de la tierra, que denuncia la explotación del capitalismo, en este caso para un territorio decisivo para su vida y la de los pueblos que la habitan, las fake news brotan por doquier para desprestigiarlo y anularlo. Desde acusaciones de herejía contra el papa Francisco por las propuestas de cambio en la Iglesia, hasta el ocultamiento de la explotación de aquella zona para la política y beneficios de Estados y multinacionales.

Este Sínodo, por tanto, es una desafío a toda la Iglesia que afirma estar al servicio de la humanidad; también una profética denuncia para quienes están destruyendo la ecología de esta región y para avanzar en la defensa de los pueblos explotados y de su libertad de decisión, de la naturaleza y de su relación sostenible con ella, de una ecología integral. En definitiva de la vida de la humanidad, de la Madre tierra, de nuestra Ama lur.