Iker BIZKARGUENAGA
EUROPA, UN CONTINENTE FORTIFICADO

DERRIBAR UN MURO ES HISTORIA, LEVANTAR OTROS CIEN ES NEGOCIO

Todavía resonaba el eco de los martillazos que derruyeron el Muro de Berlín cuando sus ladrillos estaban siendo utilizados para hacer nuevas murallas. Europa vive sin «el Muro» pero es en sí misma una fortaleza pétrea; es un destino peligroso y un negocio suculento.

Cuando no existían las redes sociales y los momentos históricos no se sucedían a velocidad de vértigo, sin dar tiempo siquiera a apuntarlos en el calendario, hubo una época en la que ese calificativo se adjudicaba a acontecimientos que sí lo merecían, que dejaban marca en toda una generación, no solo en una portada. Uno de ellos fue la caída del Muro de Berlín, que hace treinta años aceleró el fin del bloque socialista y permitió que poco después Francis Fukuyama afirmara que había llegado «el fin de la Historia». El sobrevalorado politólogo estadounidense erró el tiro estrepitosamente, pero esa ya es otra historia.

Lo que no se puede negar es la honda repercusión que tuvo aquel hecho, que ha sido conmemorado esta semana con pompa. Ocurre, sin embargo, que mientras mandatarios de todo pelaje celebraban la desaparición de ese muro que dividía una ciudad y dos mundos, casi nadie hacía mención de que muchos otros han tomado su lugar, no tanto para dividir como para fortificar el continente. Y es que para quienes huyen de guerras y hambrunas hoy es más difícil arribar a Europa de lo que era pasar de un margen a otro del Muro a finales del siglo XX.

Un dineral para construir barreras

Vivimos cercados, y quienes sacan provecho de ello son las corporaciones que han hecho de la política fronteriza un nicho de negocio. A ellas le dedica el instituto de investigación y promoción de políticas TNI (Transnational Institute) uno de sus últimos análisis, titulado “El negocio de construir muros”, que viene firmado por el investigador holandés Mark Akkerman y que es la continuación del informe “Levantando muros: Políticas del miedo y securitización en la UE”, publicado en 2018, donde se identificaron por primera vez todos los muros que atraviesan Europa.

Este documento se centra en desmenuzar el amplio complejo militar, industrial y de seguridad que se está lucrando gracias al «enorme» incremento del gasto público en seguridad de fronteras acometido por la Unión y sus estados miembros, un mercado que a nivel global movió el año pasado unos 17.500 millones de euros y que prevé crecer un 8% anual en los próximos ejercicios.

Akkerman explica, además, que cuando se habla de muros y barreras a la inmigración no se hace referencia únicamente a bloques de hormigón y vallas puntiagudas, sino también a todo el sistema tecnológico destinado a evitar la entrada de personas en la UE, desde radares y drones hasta cámaras de vigilancia y métodos biométricos de identificación. Y apostilla que «algunos de los muros más peligrosos no son ni siquiera físicos ni terrestres», ya que «los barcos, aviones y drones utilizados para patrullar el Mediterráneo han creado una muralla marítimas y un cementerio para miles de personas».

En esta línea, divide el informe en función de los tres tipos de muro que se encuentran en territorio de la UE y del espacio Schengen: los «muros terrestres», y las empresas constructoras; los «muros marítimos» y las firmas navieras y armamentísticas que suministran los buques, aviones y drones que patrullan los mares; y los «muros virtuales», y las compañías tecnológicas y de seguridad contratadas para gestionar los sistemas.

Así, el autor explica, por ejemplo, que las empresas dedicadas a construir muros y vallas terrestres han tenido beneficios de al menos 900 millones de euros desde que el de Berlín fuera derruido, todos ellos procedentes de fondos públicos de los estados. Una cantidad a la que hay que sumar el flujo constante de fondos de la UE, en especial el Fondo para las Fronteras Exteriores (1.700 millones de euros solo entre 2007 y 2013) y el Fondo de Seguridad Interior-Fronteras (2.760 millones entre 2014 y 2020).

Del mismo modo, el gasto comunitario en muros marítimos fue de al menos 676,4 millones entre 2006 y 2017, aunque esa cifra es mucho mayor si se incluyen las operaciones de los guardacostas de los países mediterráneos. Y es mayor incluso la cuantía destinada a los muros virtuales, que asciende a casi mil millones en lo que llevamos de siglo.

La tendencia, además, es al alza, y para el próximo ciclo presupuestario (2021-2027) la Comisión Europea ha asignado nada menos que 8.020 millones al Fondo para la Gestión Integrada de las Fronteras, 11.270 millones a Frontex –Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas– y 1.900 millones a sus bates de datos de identificación y al Eurosur.

Empresas armamentísticas

Hay tres grandes empresas militares y de seguridad que se llevan una parte sustancial de este pastel de adjudicaciones públicas: Thales, firma francesa que fabrica sistemas de radar y sensores utilizados por muchos barcos, así como drones e infraestructura de vigilancia; Leonardo, compañía italiana que es la principal proveedora de helicópteros de vigilancia fronteriza, además de drones y proyectos de observación por satélite; y Airbus, el gigante paneuropeo que proporciona helicópteros y que ha participado en al menos trece proyectos de investigación sobre «seguridad fronteriza» financiados por la UE, como OCEAN2020, PERSEUS y LOBOS.

Según apunta Akkerman, el papel destacado de estas firmas armamentísticas «no resulta sorprendente», ya que «estas empresas, por medio de su afiliación a grupos de presión –la Organización Europea para la Seguridad (EOS) y la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa (ASD), sobre todo– han ejercido una influencia notable en la orientación de la política de la UE en materia de fronteras». Añade, a modo de paradoja, que estas compañías también se encuentran entre las mayores proveedoras de armas en Oriente Medio y el norte de África, «por lo que contribuyen a los conflictos que causan las migraciones forzadas».

No son las únicas que participan de este jugoso botín. La española Indra es otra que se señala en el informe, en concreto, como adjudicataria de varios contratos para fortificar Ceuta y Melilla y desarrollar el sistema de control de fronteras SIVE, que se aplica en el Estado español, Portugal y Rumanía. También se citan varias empresas israelíes, como Israel Aerospace Industries y Elbit Systems.

Junto a ellas, en el apartado de los muros y vallas sobresale European Security Fencing, también de capital español, que fabrica alambre de cuchillas, en particular un modelo en espiral conocido como “concertina” que ha causado auténticas carnicerías entre quienes han intentado acceder a Ceuta y Melilla. Otras firmas del Estado español que aparecen en el informe son Dragados, Ferrovial, Proyectos y Tecnología Sallén y Eulen.

Entre las dedicadas a blindar el mar, además de Airbus y Leonardo, podemos encontrar a la holandesa Damen y la italiana Fincateri, y otra española, la pública Navantia, además de otras más pequeñas, mientras Dornier –filial de Elbit Systems–, CAE Aviation, DEA Aviation, EASP Air y la estadounidense Lockheed Martin son proveedoras de aeronaves. Sopra Steria, GMV, HP Belgium, Bull, 3M Belgium, Accenture, Atos Belgium y Morpho aparecen como principales beneficiadas en el ámbito digital, en un informe que también pone cifras a las maniobras de presión que ejerce la industria militar respecto a la política fronteriza comunitaria, con la EOS como lobby más importante.

Todas esas compañías, lubricadas con el dinero del contribuyente, están haciendo de Europa un destino muy peligroso; y es que para demasiada gente tratar de alcanzarla ha sido, en este caso sí, el final de la historia.