Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

«Sí, pero no...»

El Observatorio Vasco de Inmigración acaba de publicar un informe sobre la forma en que la sociedad de la CAV mira la migración. Los datos nos sitúan en un «sí, pero no» que invita a dudar si los hombres y mujeres que llegan a estas tierras son bien recibidos. Una mayoría los acepta con la frialdad de un «fenómeno estructural» que aumentará en los próximos años. Más de la mitad solo permitiría la entrada a los que vienen con un contrato laboral; muchos creen que son demasiados los que viven «exclusivamente» del sistema y más de los que se desearía en un país de acogida piensan que, con la migración, aumenta el machismo, la inseguridad y la delincuencia.

De todo el conglomerado estadístico lo que, de verdad, me ha dejado un sabor amargo ha sido un titular en el que se afirmaba que la sociedad vasca ve con «tolerancia» a la migración, que es algo así como decir que se acepta con disgusto lo que ya no tiene remedio. Ya sé que Voltaire y otros pensadores de la Ilustración eliminaron de la tolerancia el sentido despectivo de sus orígenes religiosos y la convirtieron en un concepto muy necesario para la convivencia civil, sin embargo creo que, en cuestiones como la que nos ocupa, la idea recobra su uso más soberbio.

Si emigrar es un derecho universal e inalienable, en lugar de tolerarlo tal vez sería mejor compartirlo, entenderlo, defenderlo, respetarlo...