Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Sin libido

Cuando Emmanuel Macron se presentó como candidato a las presidenciales con la bandera del centro, muchos fueron los que creyeron en los fuegos artificiales de aquel joven candidato que aunaba las dos grandes tendencias políticas que habían gobernado la República en las décadas precedentes: la socialdemocracia, en cuyo último ejecutivo progresó políticamente, y el neoliberalismo, cuya fe económica abraza abiertamente. Pero desde que sentó sus posaderas en el sillón del Elíseo, Macron ha dejado claro que no tiene nada que ver con los ideales sociales. Desde el primer instante no ha dejado de disparar contra el sistema de solidaridad cuya construcción ni siquiera De Gaulle fue capaz de detener. Y como aquel, este ha echado mano de la policía para aplastar las protestas, cubriendo a los agentes de gatillo fácil con la máscara de la impunidad. Pero como en el 68, algo está sucediendo en la sociedad francesa que parece decidida a mostrar su disconformidad de huelga en huelga, de manifestación en manifestación, llorando –con la ayuda del gas lacrimógeno– por el deterioro de la democracia. A ver si de tanto admirar a De Gaulle, este otro va acabar como aquel, con un gatillazo social que le acabe llevando a la dimisión. De momento, su última reforma, la de la jubilación, apunta al coitus interruptus. A Macron se le acabó la libido.