Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Sibyl»

Ante el reflejo distorsionado de un espejo

En esta su tercera experiencia detrás de la cámara, la autora de “La Bataille de Solferino” y “Victoria” bordea peligrosamente los resbaladizos territorios de la creación entendida como una herramienta intelectual con un proyecto ubicado en la difusa frontera entre ficción y realidad.

Justine Triet se ha sacado de la chistera un abracadabrante drama íntimo en el asistimos a la singular epopeya  creativa de una sicoanalista que tomará la senda de la ficción literaria basándose en las confesiones de una de sus pacientes, una actriz embarazada del actor con el que comparte secuencias en una película que, a su vez, está dirigida por la pareja sentimental de dicho intérprete. Con semejantes mimbres, la cineasta aboga por un estilo un tanto barroco y pedante a la hora de perfilar una mecánica dramática cuyo nexo común es el poder que comparten la ficción y el sicoanálisis en manos poco escrupulosas. Dicho punto de unión cobra forma en la figura de la protagonista, la cual ejerce labores de maestra titiritera a la hora de mover los hilos de los personajes que orbitan a su alrededor. Enmarañada y a ratos perdida entre las múltiples capas argumentales que dan forma a una historia que se revela intencionadamente fría y distante, “Sibyl” logra que el espectador adolezca de empatía ante lo que acontece en la pantalla y, sobre todo, por unos personajes ahogados en sus excentricidades y en su superficial pose ante la vida y sus circunstancias. A ratos interesante, sobre todo cuando la cineasta logra cierto equilibrio en sus diferentes subtramas, el filme logra sus mejores momentos en cuanto la escritora-sicoanalista se coloca ante el espejo y este le devuelve el reflejo de sus propios traumas. Es en esos contados instantes cuando el filme otorga sentido a los fantasmas que, a distancia prudente, vigilan y acompañan en todo momento al personaje interpretado con gran solvencia por Virginie Efira.