EDITORIALA
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La transparencia debería ser un valor compartido

Por decisión de PNV, PSE y Elkarrekin Podemos, los expertos nombrados por los partidos del Parlamento de Gasteiz tendrán que exponer sus posiciones a puerta cerrada en la Ponencia de Autogobierno. Es decir, ni se emitirán las comparecencias a través de internet ni los medios comunicación tendrán acceso. Lo que suceda en esa comisión parlamentaria no iba a romper datos de audiencia ni, en principio, iba a generar polémicas públicas que trajesen consecuencias políticas serias. Es cierto que las fuerzas que ahora votan para que se haga a puerta cerrada son las mismas que alteraron el mandato parlamentario, por lo que algo de debate podía suscitar el tema. Pero en el caso de estas comparecencias de expertos, se trataba básicamente de dar la opción a que las personas interesadas en el debate lo pudiesen seguir y que los medios tuviesen acceso directo al mismo, sin necesidad de mediación y ruedas de prensa inoperativas. Se trataba de facilitar las cosas y ser una administración pública abierta al escrutinio social. La alternativa, como se vio ayer, es poner trabas a los medios y jugar a un secretismo que en el juego parlamentario nunca trae nada bueno.

Esta maniobra resulta difícil de justificar desde un punto de vista democrático. No para el PNV, quizás, que está más acostumbrado a este tipo de maniobras burocráticas para escapar del control, pero sí sin duda para las fuerzas de izquierda, en especial para Elkarrekin Podemos.

Es preocupante que esta fuerza se sume a PNV y PSE para que estas comparecencias se realicen a puerta cerrada. Una postura así contradice sus principios y su postura en relación a la transparencia. Sería triste que la formación de Gobierno en Madrid y el acuerdo presupuestario en Gasteiz alterasen esos principios generales y, en el contexto electoral, alineasen a EP con el Gobierno de Iñigo Urkullu, relajando su labor de oposición hasta el punto de favorecer las inercias institucionales que antes criticaban.