No tenemos tiempo –nos han desposeído de él–, somos como el Conejo Blanco de Alicia. Todo depende de un crecimiento permanente; o crecemos e innovamos todo el rato o este mundo se viene abajo. La circulación del capital –¡ya idea pura!– se acelera sin cesar, y esa locomotora en la que viajamos marcha peligrosamente a una velocidad progresivamente acelerada. Las cosas van tan rápido que perdemos el contacto profundo con la vida, con los lugares en los que habitamos y con las personas. La economía y la política ultraliberal nos han abocado a la escasez de tiempo, a la ansiedad existencial (consumimos sicofármacos a porrillo), a la competición (¡puedes conseguir tu sueño!). Paradójicamente el liberalismo extremo impone a nuestras existencias lucrativos monopolios; y esas grandes corporaciones del santo algoritmo y el big data a las que entregamos nuestras almas están tratando de imponer la uniformización total del deseo y del pensamiento. “Remedio a la aceleración” y “Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo”, acaban de ser publicados aquí, y en ellos el filósofo Hartmut Rosa propone estimulantes puntos de fuga. Los poetas dignos de ese nombre han buscado también el anclaje con el mundo, restablecer el vínculo que nos une con todas las cosas. Patty Smith y Soundwalk Collective acaban de sacar el disco “The Peyote Dance”, a partir de los textos de Antonin Artaud; y preparan otros en torno a Arthur Rimbaud y a Renè Daumal.