EDITORIALA
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Persecución que interpela al Gobierno de París

El pasado 8 de enero la Corte de Apelación de París avaló las dos demandas de extradición cursadas por el Gobierno español contra el histórico militante vasco Josu Urrutikoetxea. Ayer, abogados, especialistas internacionales en resolución de conflictos y familiares se dieron cita en Biarritz para dar cuenta de las iniciativas que se desarrollarán en los próximos días para pedir al Ejecutivo francés que otorgue asilo político al vecino de Ugao, actualmente preso en la capital gala.

Desde el momento en que el Tribunal de Apelación decidió que fuera puesto en libertad para que pudiera ser convenientemente tratado de la grave enfermedad que padecía, para ser detenido nuevamente en las mismas puertas de la prisión, se hizo evidente la naturaleza política de este caso. Ese carácter político fue posteriormente corroborado por las declaraciones que un alto responsable de la Guardia Civil hizo en París, en las que señaló que la detención de Urrutikoetxea era un objetivo para ese cuerpo policial, no solo por su trayectoria en ETA y lo que representaba en ella, sino por el «papel político» que desempeñó en el fin de la organización vasca. Una confesión que viene a constatar que el instituto militar español lo quería preso por su pasado militante, sí, pero sobre todo por su contribución al final de esa organización, al que incluso puso voz. Es una muestra más de la perversa forma de actuar de un Estado que no solo muestra sus fauces en una fase de conflicto, algo que puede entrar en la lógica del enfrentamiento, sino que persigue también –y con ahínco– la apuesta por la paz. Un planteamiento difícil de explicar a la opinión pública en cualquier país del mundo, y que no hace sino confirmar una enrevesada lógica política a la que solo le vale el sometimiento total y completo del oponente.

La decisión española de perseguir a Josu Urrutikoetxea por su contribución al final de ETA sitúa este caso fuera del ámbito jurídico y apela directamente al Gobierno del Estado francés. Y también a la comunidad internacional.