Antonio Alvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

¡Así, no!

Siento turbación ante el ejercicio de la profesión por parte de algunos periodistas. Me han hecho renunciar al gran género de la entrevista. Durante un tiempo seguí a los profesionales de este género en la llamada “Sexta”. Pero he renunciado a su trabajo al convertir su interrogatorio en un áspero tribunal en que el interrogado es convertido en un acusado. Hay en la “Sexta” una señorita que ignora que el entrevistado es el protagonista cuyo pensamiento y actos deseo conocer, cosa imposible porque esa profesional ignora a ese personaje en un personal y contradictorio ejercicio de opinión ¡Y así, no! Yo deseo «saber» al entrevistado, no a la compañera que le acosa o le bendice..

La entrevista tiene solo dos protagonistas, el que quiere «conocer» y el que puede darle una respuesta adecuada. En medio se sitúa un fino cable para la transmisión: ese cable es el periodista, que vela por la limpieza y el funcionamiento de la verbalidad.

Por eso he sostenido siempre que un entrevistado debe ser «amado» por el periodista a fin de que mi «yo» receptor tenga ante sí un desinhibido «tú» que se explica en un paisaje que deseo conocer para orientar mi opinión en uno u otro sentido. El periodista es simplemente un árbitro humilde. Esa es precisamente su grandeza ¿Se enseña eso en la Facultad de Ciencias de la Información?