Ramón SOLA

LECCIONES DE LIDERAZGO DE BANQUILLOS «TOP», MÁS ALLÁ DE FÚTBOL

VALVERDE, TITE, CAPELLO, «BOB» MARTÍNEZ, SCALONI... ENTRENAN A BRASIL, ARGENTINA O BÉLGICA, HAN SIDO INQUILINOS DEL BANQUILLO DEL NOU CAMP O EL BERNABÉU, PERO MÁS ALLÁ DEL FÚTBOL SABEN MUCHO DE LIDERAZGO Y DEL COMPLEJO SER HUMANO. Y LO CONTARON AYER EN UN NUEVO INTERNACIONAL FOOTBALL SUMMIT DE BILBO.

En la zona vip de San Mamés, con el verde aún humeante a un lado, la cuarta edición del Internacional Football Summit reunió ayer a un plantel de entrenadores excelente, con Valverde como protagonista por rabiosa actualidad y un montón de lecciones que van más allá del fútbol de elite, incluso del deporte. Esta es una breve selección:

Siempre el colectivo. Tite entrena a Brasil, palabras mayores. Fue el único mister de la canarinha que sobrevivió a un mal resultado en el Mundial (2018) y acabó ganando la Copa América de 2019. Entre medio se lesionó Neymar: «Ahí vimos una oportunidad de reinventarnos como equipo. Ni el éxito ni el fracaso se pueden personificar, la sociedad es algo colectivo».

El duelo del entrenador. Ernesto Valverde reconoció que no ha vuelto a ver al Barça tras su cese, salvo el partido copero en San Mamés. «A todos nos cuesta ver a los equipos en que hemos estado, hay que tomar distancia. Pero lo que vi fue muy parecido al partido de Liga» (que el Athletic también ganó 1-0, con él en el banquillo del Barça, e igualmente al final).

Gestionar egos. Capello ha entrenado a Beckham en el Madrid, Rooney en Inglaterra o Gullit en el Milán. ¿En qué se parecen? «En que te miran para ver cuánto sabes. Te están midiendo continuamente. Entrenador es un empleo difícil; somos uno contra 35 [incluyendo staff técnico, médicos...]. Un jugador del Bolonia le preguntó una vez al entrenador por qué le dejaba en la grada a veces y este le contestó ‘porque quiero ganar’. Es así».

Aburrirse es necesario. «Un defensa tiene que defender», reivindicó el técnico argentino, Lionel Scaloni, recordando que él como futbolista se aburrió mucho entrenando 25 días seguidos los conceptos de «catenaccio» al llegar a la Lazio: «Esa cultura se ha perdido porque hoy el defensa tiene que salir jugando el balón y hasta quiere hacer goles. Cultura defensiva es que te enfades cuando vas ganando 4-0 y te meten un gol».

La impaciencia moderna. Se quejó de ello Roberto «Bob» Martínez, entrenador de Bélgica, cuando se le preguntó por qué Eden Hazard aún no arranca en el Real Madrid: «Es que hoy día no hay paciencia. Si quieres conseguir algo, no tienes ni que salir de casa, te basta con el móvil. Y en el fútbol está ocurriendo igual».

Fuerza mental. «Al fútbol se juega con la cabeza», les dice Tite a sus chicos antes de la final de la Copa América que Brasil ganó a Perú. Usó una frase de Mandela para abundar en ello: «Coraje es la capacidad de enfrentar el miedo, en todas las decisiones que tomé estaba presente el miedo». Cuando a Valverde le plantearon cómo pudo caer su Barça con tanto estrépito en Roma o Liverpool, no halló respuesta clara. La fuerza mental, como el liderazgo, no se compra.

Cuidado con los datos. El abuso de la estadística «me mata», admitió Capello. Scaloni tiene una buena anécdota al respecto: «Jugué en el Atalanta al final de mi carrera y todas las semanas me decían que yo daba los mejores datos en los entrenamientos. Era un animal, sí... pero jugué cinco partidos en dos años y medio. El que me quitaba la titularidad salía en los datos en el puesto quince».

Exposición pública. Los entrenadores están sometidos hoy a un escrutinio público sin precedentes. Valverde admitió que es un problema evitar titulares, «sobre todo porque tu capacidad de atención se acaba a los diez minutos de rueda de prensa, y luego solo quieres quitarte las preguntas de encima e irte a entrenar. Es igual en Barcelona que en Bilbao, Valencia... En Grecia no, no había ruedas de prensa, ¡era genial!».

Bajar a tierra. Un líder debe saber bajar a tierra. Narró Capello cómo en 2006 su Madrid hizo una primera parte lamentable en el partido final ante el Mallorca, que debía ganar para conquistar la Liga. Se le ocurrió por una vez no hablar de pie en el vestuario en el descanso, sino sentado junto a Roberto Carlos, situándose al mismo nivel postural que sus alicaídos jugadores. Funcionó: 3-1 al final.