Agencia France-Presse
ARGENTINA BUSCA UNA SALIDA A LA CRISIS FINANCIERA

La relación entre Argentina y el FMI: «Je t'aime, moi non plus»

Miradas dulces y declaraciones ardientes, seguidas de profundos desacuerdos, incluso de violentas disputas: durante 60 años, la apasionada relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional ha sido como una montaña rusa, que hasta ahora siempre termina en llamadas de ayuda del gobierno del país sudamericano a la institución financiera.

Para muchos argentinos y argentinas, pronunciar el nombre del Fondo Monetario Internacional es soltar una palabrota, sinónimo de crisis, de pérdida de poder adquisitivo y de subida de precios.

En cambio, los jefes de Estado argentinos suelen elegir metáforas amorosas cuando hablan del FMI y de sus dirigentes.

«Tengo que admitir que con Christine (Lagarde, la anterior directora del FMI) hemos levantado una gran relación en los últimos meses; esperamos que funcione y que, al final, toda Argentina caiga enamorada de Christine», declaraba, lleno de entusiasmo, el liberal Mauricio Macri (presidente entre 2015 y 2019) en setiembre de 2018, poco después de haber sellado un préstamo de 57.000 millones de dólares (52.560 millones de euros) con el organismo.

Esta semana, su sucesor, Alberto Fernández, peronista de centroizquierda, ha utilizado un tono mucho menos amoroso para negociar la extensión de los plazos de devolución de los 44.000 millones de ese préstamo ya desembolsados.

«Si tuviésemos que pagar, ese dinero sería de todas formas insuficiente y, además, hundiríamos la economía hasta un estado de abatimiento absoluto. Para pagar, primero debemos crecer», repite Fernández mientras una delegación del FMI se encuentra esta semana en Buenos Aires.

En materia de deuda, Argentina tiene algunos récords: en 2011 registró un incumplimiento de pago de 100.000 millones de dólares, el más importante de la historia. En 2018 obtuvo el préstamo más grande jamás acordado por el FMI, por un total de 57.000 millones.

El FMI «tiene una imagen muy negativa puesto que es visto como el responsable de las dos últimas grandes crisis», las de 2001 y 2018, explica a AFP Matías Rajnerman, del gabinete Ecolatina. «Los préstamos del FMI han agravado las recesiones, en lugar de ayudarnos a salir de ellas», sentencia.

El país sudamericano, tercera economía de la región, ingresó en el FMI en 1956, bajo la dictadura del general Pedro Aramburu (1955-1958).

Desde entonces, los acuerdos con el FMI han ido dejando malos recuerdos. El peor, la crisis económica de 2001, la más grave de la historia argentina, que obligó al entonces presidente, el conservador Fernando de la Rúa, a huir del palacio presidencial en helicóptero.

Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, que solo estuvo una semana en el cargo, declaró la quiebra y consiguiente suspensión de pagos de la deuda, abriendo una de las páginas económicas más sombrías del país.

Marcelo Rodríguez, un militante comunista de 55 años, asegura que en Argentina nadie recuerda un momento en el que el FMI «haya sido benéfico para el país». Al contrario, «siempre ha sido un actor en las crisis más importantes y los momentos en los que el pueblo argentino ha sufrido más».

Desde el retorno a la democracia en 1983, Argentina ha concluido al menos once acuerdos con el FMI.

La ruptura con el FMI se consumó en 2006, cuando el jefe de Estado, el peronista de centroizquierda Néstor Kirchner (2003-2007), cuyo jefe de gabinete era Alberto Fernández, liquidó la deuda de 9.600 millones de dólares con el organismo internacional.

Durante nueve años, hasta la llegada al poder de Macri en 2015, la relación permaneció congelada: el FMI interrumpió sus misiones técnicas anuales y sus informes sobre la situación económica del país austral.

«Era la época del boom de las materias primas», señala Claudio Loser, economista argentino que fue alto dirigente del FMI, para explicar la buena salud económica del país.

Según los últimos datos del Ministerio de Economía, a 30 de setiembre de 2019, Argentina tiene una deuda total de unos 311.000 millones de dólares, es decir, el 91,6% del PIB. El objetivo del actual Gobierno es refinanciar 195.000 millones.

Para el ministro de Economía, Martín Guzmán, «el FMI también es responsable de la crisis económica y de la deuda que pesa sobre el país».

Pero Claudio Loser lo ve con otros ojos: «Los argentinos detestan la disciplina presupuestaria y siempre culpan a otros de sus problemas. Las autoridades siempre han responsabilizado al FMI de las acciones que deben tomar ellas».