Ibai AZPARREN
iruñea
ENTREVISTA

«Nafarroa tiene competencias para diseñar su propia política agraria»

Imanol Ibero (1988) es el presidente de Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna (EHNE) en Nafarroa y productor de vino ecológico en Oibar, su pueblo natal. Defensor firme de un modelo agrario sostenible, repasa con GARA las dificultades de un sector primario en crisis y los grandes retos que tiene por delante.

Más que un veredicto, parece una constatación. Para Imanol Ibero, el mundo rural «se va al carajo» si no cambia la visión de la sociedad respecto a la alimentación y la «lógica loca» de rentabilizar y aumentar el crecimiento. Es claro y franco, hay que replanteárselo todo, incluido el sistema, para lograr una agricultura sostenible. Por más que crea que a nivel material estamos al borde del abismo, opina que la sociedad está cambiando culturalmente, y ese atisbo de luz al final del túnel fue lo que le empujó a coger en 2016 el timón del sindicato EHNE. Desde entonces, los hábitos y la rutina no forman parte de su vida. «A veces, como dice mi padre, me iría a una cueva aislada del mundo», señala a GARA. Quizá esté más cerca de ello tras confirmar que el año que viene dejará la presidencia y retomará la bodega y la viña que regenta en Oibar junto a su hermana y su padre, a punto de jubilarse.

Tiene 31 años y es presidente de EHNE-Nafarroa. ¿Hay jóvenes que eligen dedicarse a trabajar en el sector primario?

Sí que los hay, pero el ritmo en el que se están sumando no llega ni de lejos al ritmo en el que la gente mayor está dejando la actividad. Por más que haya incorporaciones, son insuficientes. Además, están más vinculadas a sectores no ganaderos y lo que más está costando es instalar a gente en proyectos de ganadería extensiva.

No hay relevo para los que se jubilan...

Sabemos cuál es la pirámide poblacional en Nafarroa. Ahora estamos viendo que la generación que nació allá por los 50-60 fueron muchos, sin embargo los que nacimos en los 80-90 somos menos. Además, entre la población nacida en aquella época se dedicaba mucha más gente al sector primario que ahora. A partir de ahí afloran estos datos dramáticos.

En Nafarroa hay 3.000 agricultores. ¿La falta de agricultura potencia la despoblación?

El mundo rural ha estado históricamente vinculado al sector agrícola y ganadero. La propia entidad rural no se puede entender sin el trabajo de la tierra, la existencia de la comunidad, del auzolan. Por tanto, hay una esencia cultural que vincula los dos mundos, el rural y el agrario, que va más allá de lo material. Cuando uno se cae, también lo hace el otro. El problema empieza cuando la alimentación es un negocio más y entramos en la lógica loca de rentabilizar y aumentar el crecimiento y la acumulación continua. Si no nos replanteamos esta visión, el mundo rural se va a ir al carajo.

¿Es posible un modelo agrícola más sostenible?

Es necesaria una estrategia de sostenibilidad donde haya relaciones cercanas y no estén vinculadas a dinámicas globales. Es cierto que, mientras el capitalismo, el FMI, siga imperando en este mundo, van a estar vinculadas a una lógica de crecimiento y acumulación. Pero hay que generar espacios directos de circuito cerrado, una soberanía entre productor, consumidor y la sociedad en su conjunto para establecer unos precios justos.

¿En el sector primario está todo muy centralizado?

Es verdad que muchas decisiones se toman en Madrid y Bruselas, pero Nafarroa tiene un marco competencial muy importante respecto a la política agraria común, que tiene dos pilares principales. El primero son las ayudas directas que se asignan directamente desde Europa. El segundo son los planes de desarrollo rural que se gestionan desde Nafarroa. Nafarroa tiene competencia absoluta para, dentro de un marco europeo, llevar las líneas que quiera y diseñar una política agraria propia. Sin embargo, si queremos lanzar propuestas desde Nafarroa e incluso existiendo un consenso de mínimos con otras organizaciones de cara a la nueva PAC, por ejemplo, luego se tiene que reivindicar en Madrid, y la diversidad del modelo agrario en todo el Estado imposibilita la articulación de una voz única que trasladar a Europa.

Tras la salida de Gran Bretaña en la UE, en Bruselas, se discute la dotación de fondos con los que contará la próxima Política Agrícola Común (PAC). ¿Cómo afectará un posible recorte al sector primario vasco?

Evidentemente hay una necesidad porque es imprescindible que lleguen ayudas para mantener la actividad agroganadera en Euskal Herria pero, aparte de mantener, lo que está claro es que el problema no es cuánto dinero llega. Se está lucrando gente que ha pasado a entender la agricultura y la ganadería como un espacio donde hacer dinero, igual que el que hace tornillos, móviles o armas para la guerra. No hay conciencia social detrás de las explotaciones agroganaderas.

¿Y qué propone desde EHNE?

<p">El primer trabajo que tenemos que hacer es fijar cómo redistribuimos esas ayudas para luego valorar si son suficientes. El Reino Unido era un aportador, pagaba más dinero de lo que ingresaba, por lo tanto ahí hay un vacío que hay que asumir. Es necesario hacer una apuesta clara de apoyo al sector agrícola profesional, pero hay que hacer una distribución correcta. Hay que eliminar derechos históricos para que la gente que no sea profesional no cobre dinero por una actividad agraria, cuando sus ganancias no dependan de esa ayuda. Y también hay que poner tope a la gente que acumula recursos productivos y que cobra por cada uno de esos recursos acumulados. Cuantas más hectáreas tengas, más cobras, no hay limite. Hay gente que cobra 60.000, 400.000 euros, millones en el caso de Andalucía. Se habló el año pasado de establecer las ayudas por explotación, pero en la última reunión mantenida con el Gobierno de Nafarroa nos dijeron que era muy difícil hacer un control efectivo, porque la gente puede crear sociedades y acaparar ayudas sin que estén a su nombre.

En ese sentido, ¿cómo valora la respuesta del nuevo Gobierno navarro a las reivindicaciones del sector primario?

Ha planteado un continuismo respecto al Gobierno anterior. Fue positivo cuando se plantearon ciertas líneas de ayuda que eran históricas, ligadas al Programa de Desarrollo Rural, al sector ecológico, a una agricultura de pequeño tamaño y sostenible. Sin embargo, el reto que tenemos es enorme comparado con los cambios que se llevaron a cabo. Nosotros tampoco supimos plantear medidas concretas, pero sí que echamos en falta dinámicas transversales. Realmente, habría que replantear todo, hasta el propio sistema, porque al final de año en vez de decir que en Nafarroa nos comemos el 60% de la huerta que producimos, todos los años sale a modo de titular que hemos aumentado las exportaciones. La noticia positiva tendría que ser que hemos conseguido una economía circular donde nos comemos nuestro producto, nuestro agricultor vive y nuestro consumidor se alimenta de forma saludable sin impacto de carbono. Hay que hacer un cuestionamiento integral del modelo de vida que hemos construido en torno al sistema capitalista, que responde a la lógica del dinero y no a la de las personas y los pueblos.

El Consejo de Ministros ha aprobado un paquete de medidas para aliviar la crisis agraria. ¿Son medidas suficientes?

Son medidas positivas. Por primera vez, se está apuntando que un productor no puede vender su producto por debajo de lo que le cuesta producirlo. Hasta ahora, la gente vende y no cobra unos honorarios justos por la labor que desempeña. Ahora el reto es que la gran distribución ha advertido de que puede ir en contra de la ley de competencia. Dicen que si fijas un precio mínimo no haces un esfuerzo por la eficiencia económica y entonces el libre mercado no tiene la grasa suficiente para desarrollarse. Estamos poniendo otra vez el mercado por encima de las personas. El otro escollo es político: si comparamos una explotación que tiene 4.000 vacas lecheras e inversiones millonarias con una de trabajo más artesano, ¿cuál es el precio mínimo? ¿la de esa explotación industrial intensiva o el del manejo artesano donde cuesta más horas producir menos litros?

Convocados por UAGN y UCAN, agricultores y ganaderos navarros colapsaron las calles de Iruñea «por la supervivencia del sector». Una movilización en la que no participó EHNE. ¿Por qué?

Esta convocatoria nos llegó en vísperas de la huelga general. Estábamos comprometidos, con toda nuestra capacidad, con proponer a la sociedad de Euskal Herria nuestro discurso como sector productivo perjudicado por el mismo sistema que perjudica al resto de sectores que participaron, con un discurso propio y con nuestra visión del mundo rural. Ahí pusimos todo nuestro esfuerzo. Cuando nos llega la convocatoria para participar junto a UAGN en la movilización, nuestro esfuerzo estaba enfocado a la huelga. Les dijimos que podían participar en la huelga con nosotros. Después de la huelga, a nivel de medios estatales y también de Nafarroa, se fue reforzando la movilización y vimos que tenía un cuerpo increíble. Igual nos tendríamos que haber sumado, pero al mismo tiempo habían generado una serie de reivindicaciones que nosotros no podemos suscribir. Compartíamos la primera exigencia de los precios justos para los productores. Pero también existían reivindicaciones como la del canal de Navarra y la urgencia de llevarlo a cabo cuanto antes. Asimismo, el tema de no ser restrictivos con los fitosanitarios era una exigencia que nos echaba para atrás. Sin embargo, no descarto que a futuro podamos confluir en reivindicaciones básicas.