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Catástrofe en mayúsculas en Yemen: ni la guerra ni el Covid-19 dan una tregua

Tras cinco años de guerra, con una infraestructura sanitaria devastada, con los niveles más bajos de inmunidad y los más grandes de vulnerabilidad, lo que todos temían se confirmó ayer en Yemen: el primer positivo por Covid-19. Las alarmas se han disparado en el país que sufre la peor crisis humanitaria. Además, la tregua no se está respetando, como lo atestiguan los bombardeos saudíes y los duros combates en la provincias de Al Bayda y Al Jawf.

Las bombas siguen cayendo en Yemen a pesar del anuncio de la coalición que lidera Arabia Saudí de que observaría una tregua unilateral para ayudar a las organizaciones internacionales ante la eventualidad de que la pandemia explotara en Yemen. Y ayer se confirmó la noticia: un hombre de 60 años, natural de la provincia petrolífera de Hadramawt, se convirtió en el primer caso positivo por Covid-19 del país. El primer infectado yemení por el nuevo coronavirus, que fue inmediatamente puesto en cuarentena, trabajaba como estibador en el puerto, que fue inmediatamente bloqueado, y las provincias limítrofes de Shabwa y Al Mahra cerraron sus fronteras.

En varias provincias, en diferentes frentes de batalla, se reproducían ayer duros combates entre los hutíes, que controlan el norte y la capital del país, y las milicias apoyadas por los saudíes y emiratíes, que controlan los pozos de petróleo y los puertos del sur del país. Pero con la noticia de que el coronavirus ya ha entrado en Yemen, un país en el que el acceso al agua y al jabón es un lujo, y donde por cultura, condiciones materiales y formas de vida practicar el distanciamiento social es casi imposible, abre una batalla totalmente diferente y desconocida, que puede acelerar la tragedia hasta hacerla completamente incontrolable.

«Un mañana indescriptible»

Yemen es un país «acostumbrado» a hacer frente a enfermedades mortales como la difteria, la malaria, el dengue y en los últimos años, a los peores brotes de cólera que el mundo ha conocido. Un país donde la infancia sufre una malnutrición brutal, acrecentada por un bloqueo marítimo y aéreo de la coalición que dirigen los saudíes y que impide la llegada de alimentación y medicamentos.

Con este nuevo coronavirus en mitad de una guerra abierta, en la que ninguna de las dos partes están dispuestas a dar su brazo a torcer, Yemen podría vivir la peor de sus pesadillas, según los expertos, un escenario apocalíptico.

La Organización Mundial de la Salud informó ayer de urgencia que estaba proporcionando suministros médicos, kits de prueba, ventiladores y capacitación a los servicios de salud de Yemen. Xavier Joubert, director de Save the Children en aquel país, muy crítico porque ambas partes en la guerra no observan un alto el fuego, declaró que «este es un momento que todos temíamos y esperábamos evitar, porque Yemen está críticamente mal equipado para enfrentar este virus».

Distintos expertos coincidieron en que el brote de Covid-19 en Yemen ejercerá una gran presión sobre una infraestructura de salud muy dañada y tendrá un impacto devastador en sus civiles. Las familias que llegan a hospitales y clínicas se encuentran entre las más afortunadas, o adineradas, del país. La gran mayoría de la población no tiene acceso a la atención médica, ni posibilidades de aislarse a sí misma. «Si no actuamos hoy, lo que presenciaremos mañana es indescriptible» señalaron ayer, alarmados.