Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

El miedo, gota a gota

Kaixo Igor, soy Gotzon. Quería preguntarte si es normal estar todo el día con la mascarilla, incluso dentro de casa, continuamente limpiando y con un miedo extremo a salir de casa. Mi mujer me preocupa mucho, porque desde que empezó esto está llena de miedos. Incluso tengo que medio obligarle a salir a la calle. Tenemos ya una cierta edad, pero estamos muy bien de salud y nos hemos jubilado hace poco. Hemos tenido una buena vida: en la sociedad con los amigos de cena, saliendo al monte, viajando y todo siempre juntos, la mujer y yo. Pero ahora todo ha cambiado. Yo le veo como un punto de obsesión. ¿O es, en realidad, algo normal?

Kaixo, Gotzon. Con todas las medidas que tomamos para tratar de contener el avance del virus y protegernos vienen muchos efectos colaterales, que se han ido acumulando casi sin darnos cuenta. Y es que, cada vez que limpiamos más de lo que solíamos, pensamos en bajar o no a la calle a tal hora o medimos mentalmente la distancia, el cuerpo reacciona. Y digo el cuerpo porque el temor es algo muy visceral: se tensan los músculos, la atención se acorta, e incluso uno parece respirar más superficialmente o de manera más agitada. Todas estas reacciones suceden sin que nos demos cuenta, hasta que se acumulan suficientemente como para notar «¡uy! ¡qué cansado estoy!» o «llevo unos días durmiendo mal».

Vivimos una situación extraña por mucho que la logremos normalizar, hemos cambiado nuestras rutinas para protegernos, incluyendo –no lo olvidemos– un temor a la muerte (así de crudo y simple) donde antes había tranquilidad y disfrute, y deshacer esto nos va a llevar un rato.

Cuando las preocupaciones cotidianas se convierten en un exceso de cuidado, cuando la vida entera se detiene por la fantasía de un peligro mucho mayor del que estadísticamente parece razonable, todo el cuerpo se asusta y se somete al temor, se deprime.

Pero para no vivir sometidos tenemos que tratar de no mirar ahí todo el tiempo y recordar que esto también pasará y que, cuando volvamos a ir al monte, todo esto se diluirá poco a poco y reviviremos como una planta al echarle agua.

Muchas otras generaciones anteriores y muchas personas en otras partes del mundo han tenido y tienen que compaginar el miedo con la vida. Es una suerte que nosotros no nos hayamos visto obligados.