Ane RUIZ DE OTXOA
LIBROS PARA EL DESCONFINAMIENTO

A la libertad por la lectura

El autor, Edward Bunker, fue desde niño carne de cañón. Hogares de acogida y reformatorios fueron el prólogo a la prisión de San Quintín, donde se convirtió a sus 17 años en el recluso más joven. A partir de entonces encadenó un rosario de condenas por tráfico de drogas, atracos y extorsión. Hubo un momento en su vida en el que Bunker (1993-2005) figuró entre los diez fugitivos más buscados por el FBI.

Sin embargo, algo se cruzó en su vida y la volteó para bien. Y ese algo fue la lectura. En las largas horas dentro de la celda Bunker buscó las claves de su explosiva personalidad en los libros de psicología. Eran los tiempos en que un acto delictivo era prueba suficiente de una alteración psicológica. Al autor no le convencía ese punto de vista. Su experiencia le decía que un pobre desgraciado tenía muchas más probabilidades de acabar entre rejas que un hijo de papá metido a cowboy. El dinero y los contactos han sido para algunos la mejor ley de amnistía. Los libros trataron bien a Bunker. Le hablaban a su inteligencia sin admoniciones previas. Fue el inicio de una pasión. De la psicología a la novela. London, Dos Passos, Wolfe, Hemingway, Fitzgerald, los rusos y, a partir de ahí y en torrente, la mayor parte de los libros de las bibliotecas carcelarias. A partir de ahí su vida dio un vuelco espectacular. Quizás el cambio más importante fue anónimo y tuvo lugar entre rejas. En sus propias palabras: «La verdadera educación depende de cada individuo y puede encontrarse en los libros».