Dabid LAZKANOITURBURU

El Gobierno libanés se enfrenta con urgencia a la «Revolución del Hambre»

Nada detiene las protestas en Líbano. Ni la reunión de urgencia en la que el Gobierno prometió inyectar dólares para frenar la depreciación de la moneda. Lo que en 2019 comenzó como una revuelta contra el régimen político confesional por su corrupción e incompetencia económica se ha convertido ya en la revolución del hambre.

Líbano se hunde en una crisis económica sin precedentes y en una oleada de protestas diarias cada vez más airadas y que tuvo su colofón ayer con una jornada de protesta nacional a lo largo y ancho del país.

Las protestas derivaron el jueves noche en enfrentamientos con los antidisturbios en las inmediaciones del Parlamento y de la residencia oficial del primer ministro, el suní Hassan Diab, en la capital, Beirut.

Trípoli, segunda ciudad del país, fue escenario asimismo de protestas y choques con la Policía. El Ejército salió a las calles a sofocar las manifestaciones, que coreaban el lema «¡Revolución! ¡Revolución!».

La situación es tan grave que el Gobierno celebró el viernes una sesión de emergencia en la que se dieron cita todos los poderes del sistema confesional erigido en el País de los Cedros tras la guerra civil (1975-1990)-

Presidida por el presidente del país, el cristiano maronita Michel Aoun, estuvo presente, cómo no, el propio primer ministro suní y el presidente del Parlamento, el chií Nabih Berri.

Asimismo, participaron el gobernador del Banco Central, Riad Salameh; el presidente de la Asociación de Bancos, Salim Sfeir; y el vicepresidente del Sindicato de Cambistas, Mahmud Halaui, con el objetivo de abordar el desplome de la libra libanesa e intentar frenar la crisis.

El ministro de Industria libanés, Imad Hobalah, anunció que que el Banco Central «empezará inmediatamente a insuflar dólares en el mercado».

Y es que el desplome de la libra lleva aparejada una inflación galopante, a la que se ha sumado el cierre de comercios y la explosión del paro por las medidas de confinamiento adoptadas para hacer frente al coronavirus.

Barricadas y cortes de carretera

Ni por esas. Los manifestantes siguieron el viernes levantando barricadas y cortando carreteras, anticipando lo que puede ocurrir hoy en las calles de buena parte del país. En Trípoli grupos de jóvenes lanzaron cócteles molotov contra los soldados y quemaban bancos y comercios. Lo mismo ocurría en Beirut.

El presidente, Michel Aoun, evoca ya que «un complot. No es posible que nuestra moneda se hunda de tal manera en unas pocas horas», señaló el líder de Corriente Patriótica.

El cambio de la libra libanesa, indexado a 1.507 por dólar en 1997, ha alcanzado estos días las 5.000 libras por dólar.

Los bancos han provocado la ira de la población tras imponer restricciones draconianas sobre la retirada de dólares y las transferencias al extranjero por la penuria de billetes verdes.

Líbano está experimentando su peor crisis económica desde la guerra civil. El paro oficial supera el 35% y más del 45% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. En marzo, el país anunció la suspensión de pagos de eurobonos para salvaguardar las reservas de divisas imprescindibles para cubrir las importaciones básicas.

El Gobierno negocia con el FMI un acuerdo para desbloquear las ayudas financieras y sortear el desplome total. Pero esa ayuda está supeditada a reformas, económicas y políticas, eternamente postergadas.

Confesionalismo clientelar

Las protestas en Líbano arrancaron a principios de octubre después de una caída de la moneda local por primera vez en las últimas dos décadas, pero el descontento se arrastraba desde julio, cuando el Parlamento aprobó un presupuesto de austeridad para hacer frente al déficit, que costó la dimisión del anterior primer ministro, el uní Saad Hariri.

Las protestas derivaron rápidamente en la exigencia de cambio de un régimen estructurado en torno al reparto confesional del poder y el correspondiente clientelismo.

El miedo al hambre mueve ahora a una población «cansada» y «harta» de que nada, ni los servicios públicos, funcionen. La posibilidad de una crisis alimentaria ha sido reconocida incluso por el propio primer ministro, quien advierte de que el país está al borde de esta situación y que muchas personas se quedarán pronto sin capacidad de comprar artículos de primera necesidad.

Diab ha hecho un llamamiento a EEUU y a la UE para crear un fondo de emergencias para ayudar a que Oriente Próximo no sufra una grave crisis alimentaria, ya que, de lo contrario, el hambre podría provocar nuevos flujos de migrantes con destino a Europa y una mayor desestabilización en la región.

La «Revolución del Hambre», resume en su titular el diario 'Al-Joumhouria'.

Hizbullah mueve ficha para marcar la agenda

En un Líbano habituado a las componendas y traiciones entre los partidos, los observadores escrutan con lupa los juegos políticos que asoman en paralelo.

Y miran con atención al movimiento Hizbullah, enzarzado en un pulso con el gobernador del Banco Central, Riad Salameh. El «Partido de Dios» chií, socio de gobierno y aliado del presidente Aoun, se ha sumado a las protestas pero con una agenda propia y única: la cabeza del gobernador del Banco Central. «Riad Salameh, Game Over», titulaba el diario ´Al-Akhbar´. próximo a Hizbullah, mientras partidarios del movimiento, hostiles desde un principio a las protestas, se sumaban a los jóvenes airados.

Los expertos aseguran que Hizbullah busca personalizar y concentrar en Salameh el malestar de la población, un paso que ni sus aliados chiíes de Amal –liderado por el presidente del Parlamento, Nabih Berri– han dado, de momento. Y es que abrir la espita puede provocar réplicas, como fichas de dominó. Hizbulah ha decidido correrlo. ID.L.